Para contar mi experiencia de este último año en Valencia antes debo mencionar la curiosidad por el ser humano que he sentido desde pequeña y que me llevó a estudiar psicología. Por otro lado, la posibilidad de estudiar fuera siempre me había llamado la atención pero nunca había tenido la oportunidad; además, durante la carrera, comencé a sentir la necesidad de conocer una perspectiva psicológica más antropológica, todo esto hizo que el curso pasado solicitara ¨por probar¨ una especie de ¨Erasmus¨ dentro de España para irme a estudiar a la Universidad Católica de Valencia. Para mi sorpresa me aceptaron, pero la posibilidad de irme a Valencia era bastante baja, por lo que decidí no ilusionarme y ponerlo en manos de Dios, así fue como poco a poco todos los obstáculos fueron desapareciendo, y sin darme cuenta el momento había llegado: estaba en la estación de autobuses con un montón de bártulos y dispuesta a vivir una experiencia nueva lejos de mi casa, de mi familia, de mis amigos…pero no de mi comunidad; la oportunidad de tener hermanos de comunidad esperando mi llegada me tranquilizaba, tanto es así que no me he sentido sola en ningún momento.
La realidad comunitaria que se presentaba en Valencia era muy diferente a la que estaba acostumbrada, éramos cuatro… Fue en este momento cuando recordé lo que Josué dijo en una ocasión: ¨Allí donde haya un miembro de Fe y Vida ahí está Fe y Vida¨, y es que realmente me he sentido como en casa. En las oraciones de cada viernes, aunque la gente era completamente desconocida para mí era como estar en Granada, seguía encontrándome con Dios de la misma forma, estaba en familia.
En los seis meses que llevo en Valencia he visto como vamos creciendo comunitariamente, no solo en número (ahora somos cinco comprometidos!!!) sino la relación entre nosotros, como hermanos de comunidad, algo que considero fundamental para poder llevar a cabo la tarea de mostrar a otros jóvenes lo importante que es tener un lugar en el que poder vivir tu fe y compartirla con otros hermanos; tanto es así que hace poco hicimos un retiro para ver qué quiere Dios de Fe y Vida en Valencia, para ello la Comunidad del Cordero nos acogió de una manera increíble, posibilitando el retiro, el cual estoy convencida que dará frutos.
Personalmente venir a Valencia me ha aportado crecimiento en todos los aspectos de mi vida; entre otras cosas, irme de casa me ha ayudado a valorar mucho más a mi familia y la comunidad; me ha posibilitado ser más consciente de cuánto me cuida Dios y de ese amor incondicional que tiene por cada uno de sus hijos. Además estoy conociendo otras realidades y descubriendo como Dios se sirve de muchos caminos para llegar a nosotros, esto ha hecho que crezcan mis ganas de mostrar a otros lo que yo encontré cuando llegué a la comunidad: la posibilidad de vivir mi fe libremente, donde poder ser yo misma y crecer en mi relación con Dios y con los he rmanos. Para terminar, lo único que puedo decir es que, la comunidad, al igual que la familia, es un verdadero es un regalo de Dios.
Marta Molina.