La comunidad Fe y Vida ya tiene local nuevo en Granada. El pasado viernes, dos de junio tuvo lugar la bendición del mismo, por el Arzobispo Monseñor Javier Martínez, quien con gran ilusión y a pesar de su estado de salud, se desplazó al local sito en la C/ Agustín Lara nº 7. Allí lo esperaban, entre otros, miembros del  proyecto Raquel, del curso de Amor Humano, de la  parroquia de san Miguel Arcángel, de donde procedemos la gran mayoría de nosotros, un grupo numeroso de seminaristas del Seminario diocesano, miembros de la iglesia C 29, Personas que se trasladaron desde Orgiva en las Alpujarras, cinco sacerdotes y familiares y amigos entre otros.

 

Tras la calurosa bienvenida por parte de la responsable de la comunidad en Granada a todos los presentes, y después de un tiempo de alabanza dirigida por el ministerio de música, se procedió a la bendición de la nueva sede.

 

Para ello, D. Javier se sirvió de algunos de los niños a fin de que le ayudasen a portar el libro bendicional y el recipiente con el agua bendita. Fueron momentos de gran emoción, como así manifestaron posteriormente los presentes, toda vez que, en sus palabras, el arzobispo habló del significado de “bendecir” (decir bien), explicó el porqué bendecía nuestro local utilizando la bendición de una casa y no la propia de un local; aduciendo que cuando el hijo de Dios quiso hacerse hombre, vino a una familia y a una casa, es por ello que pidió al Señor para que ese lugar fuera verdaderamente una casa, un casa de Dios y una casa nuestra, donde las puertas siempre estén abiertas al Amor, al Amor del Señor, al Amor entre los hermanos y las familias, que sea un lugar de escucha, que sea un lugar para que los niños aprendan a crecer queriéndose. Qué acertadas palabras las de nuestro pastor.

 

Hizo D. Javier mención al nombre de esta comunidad, Fe y Vida, significando la trascendencia de la unión entre la fe y la vida y la necesidad de que no vayan por separado en el transcurrir diario del cristiano.

 

La intervención del arzobispo puso de manifiesto la realidad de esta comunidad con respecto a la acogida a toda persona que cruza el umbral de las puertas en cualquiera de nuestros locales, a la escucha a los hermanos, a enseñar en el amor a nuestros hijos.

 

Posteriormente disfrutamos de un ágape preparado por los asistentes al evento, momentos que fueron aprovechados para compartir. Cabe destacar el gran interés mostrado por Monseñor con los miembros de la iglesia evangélica de C-29, que tuvieron el placer de acompañarnos en tan grato momento.

 

Realmente Dios ha estado grande con esta comunidad, tenemos un lugar donde alabar, un lugar para acoger, donde oramos unidos los cristianos, dando gracias a Dios por tanta bendición.

 

Maite Yeste