¡Qué gran noticia cuando nos dijeron que todos los jóvenes de Fe y Vida viviríamos juntos la Pascua en Valencia! Los valencianos de la Comunidad hemos vivido estos meses de preparativos con ilusión, esperando que llegara el gran momento y poder acoger al resto de los jóvenes como bien se merecen.

 

El Jueves Santo comenzó todo. Tras acoger a nuestros invitados (Marta y Blanca de Granada lo organizaron muy bien) y hacer el reparto de habitaciones e identificaciones, todos se pusieron manos a la obra para ayudarnos a terminar de decorar bajo las indicaciones de Clara y montar el equipo de sonido, con Alejandro y los demás músicos. ¡Con qué energía llegaron todos y cuántas ganas de ayudar a pesar del cansancio del viaje! En cuanto todo estuvo listo, David  presentó la Pascua y la Comunidad, y acto seguido, Dolos nos predicó sobre el amor fraterno y la diferencia entre tener consideración por alguien y dar mucho más de mí para poder ser descanso para mi hermano.

 

Tras la cena tuvimos la Eucaristía de la Cena del Señor, presidida por el padre Frank (venido desde Jávea, aunque originario de Perú), que resultó ser muy especial por el lavatorio de pies y por tener la suerte de poder comulgar con pan ácimo y vino. La Hora Santa que tuvimos después fue preciosa: la capilla estaba decorada como un verdadero huerto de los olivos y los farolillos blancos y las velas dejaban una luz tenue muy adecuada para la oración íntima con Jesús en Getsemaní. Fragmentos de la palabra de Dios y sus meditaciones nos ayudaban a adentrarnos en el misterio del comienzo de la Pasión. Al terminar la Hora Santa, muchos decidieron quedarse un ratito más con Jesús acompañándole y otros se fueron a descansar para venir a orar durante la noche. A pesar del esfuerzo que requería y el cansancio que traían la mayoría por el viaje, todos los turnos de adoración se cubrieron y no dejamos a Jesús solo en ningún momento.

 

El Viernes Santo amaneció tranquilo y silencioso. La alabanza fue bonita y sobria, como tenía que ser en el día de la muerte del Señor. Luis nos habló sobre qué significa que Jesús haya venido al mundo y haya sufrido como nosotros y muerto por nuestros pecados. Como siempre, Luis no dejó indiferente a nadie con sus ejemplos gráficos y su manera de expresarse. Tras la predicación tuvimos un tiempo de “Camino de Emaús”, compartiendo por parejas lo que nos hacía sufrir en nuestras vidas y comentando también las palabras de Luis.

 

Ese día ayunamos, tal y como se pide en Viernes Santo. Era admirable ver incluso a los más jóvenes haciendo ese sacrificio por el Señor. A las 15h, hora de la muerte de Jesús, tuvimos el oficio, con mucha sobriedad en la decoración y la música pero gran solemnidad. El sacerdote nos explicó que en Viernes y Sábado Santo la cruz debe ocupar el lugar principal en la Capilla y ser especialmente venerada, ya que el Sagrario quedaba vacío y sin la presencia del Señor hasta la Vigilia Pascual.

 

Acto seguido Dolos nos predicó sobre la dimensión social de la Cruz, ésa que nos lleva a la cruz de los demás haciéndonos salir de nuestra comodidad.

 

Después, y también en otros momentos del encuentro, tuvimos tiempo para el “mentoreo”. Era bonito ver a las parejas conversando mientras paseaban por los alrededores de la casa y los pinares. Tras la cena, ¡ansiadamente! esperada, tuvimos un rato de oración e intercesión junto a la Cruz de Jesús. En cada extremo de la Cruz había una pareja que oraba por quien lo necesitara. Fue precioso poder participar en ese momento e interceder por cada uno de los jóvenes que se acercó. También los organizadores pudimos vivir este momento y pedir que oraran por nosotros.

 

El Sábado Santo comenzó con una alabanza de “alegría contenida”, como decía Alejandro, que llevaba la oración, porque sabíamos que estábamos a punto de celebrar lo más grande aunque todavía teníamos que esperar un poco. Después, Luis nos dio una enseñanza sobre cómo nos paraliza el miedo y que tenemos que ser valientes y amar sin condición porque Jesús ha vencido incluso a la muerte y nos invita a vivir desde el amor.

 

Por la tarde rezamos juntos un rosario caminando por el jardín, teniendo presente a la Virgen en sus momentos de soledad, aunque manteniendo la esperanza en las Palabras del Señor de que iba a resucitar. Luego nos dividimos por grupos para preparar entre todos la Vigilia Pascual, la sala de la cena y la de la fiesta. El Padre Javier Llopis, párroco de la parroquia que nos cede el local al núcleo valenciano, presidió la Eucaristía de la Vigilia. ¡Fue una celebración muy festiva! ¡Era la gran noche esperada por todos! La capilla estaba preciosa, la música con todo su esplendor (bajo, guitarra eléctrica, batería…) y la alegría desbordaba. El pregón pascual cantado por Carlos nos puso a todos los pelos de punta y todos los salmos fueron salmodiados por diferentes jóvenes y también sonaron muy bien. Cuando terminó la Eucaristía no queríamos dejar de cantar, bailar y alabar al Señor: “Resucitados, vivimos para ti…La pasión no morirá… ¡somos libres, una generación que canta tu Gracia!”… Después, cenamos todos juntos y luego siguió la fiesta con música y baile para celebrar que Jesús está vivo y nada hay que temer. ¡La alegría de Cristo Resucitado!

 

El domingo tras el desayuno tuvimos la última alabanza del encuentro, también por todo lo alto como lo había sido la noche anterior. Después, Luis nos dedicó unas últimas palabras antes de clausurar el encuentro diciendo que éramos especiales, que quizás al volver a nuestro día a día no nos comamos el mundo pero estemos seguros de que el mundo no nos va a comer. Nosotros podemos llevar esperanza a muchas personas y también nos dijo que no podemos vivir la fe solos. Todos necesitamos un sitio donde nos quieran tal y como somos y poder compartir nuestra experiencia de fe: una comunidad.

Finalmente, tuvimos un momento de testimonios del fin de semana y luego Carlos y Enrique Rodríguez nos contaron su experiencia del IMPACTO. También vimos el vídeo promocional en primicia y nos invitaron a todos a ir el próximo verano.

 

En resumen, ¡ha sido un encuentro estupendo! Todos lo hemos disfrutado mucho y ya estamos saboreando los frutos. Volvemos a nuestros hogares muy llenos del amor de Dios y hacia los hermanos y creo que especialmente el núcleo de Valencia se verá fortalecido por esta experiencia.

Miriam