Antes de conocer Fe y Vida no había tenido relación con ningún tipo de movimiento religioso ni comunidad. Cuando estaba inspirada iba a misa y a algún campamento que organizara mi parroquia y eso era todo.

Creo que a pesar de no haber tenido muchas referencias de cómo es ser cristiano hoy en día siempre tuve interés por las cosas del Señor. Por eso cuando Josué, mi profesor de religión del instituto, me ofreció participar en un grupo de confirmación y acudir a las asambleas no pude decir que no. La primera impresión de la comunidad fue de mucha cercanía y de verdadera entrega por el Señor.

Tras unos meses de acudir frecuentemente a asambleas e incluso de ir al IMPACTO en el que se puede decir que tuve mi primera conversión, me fui a estudiar fuera. Esto implicó perder gran parte del contacto que tenía con la comunidad y por consecuencia mi relación con Dios también se enfrió.

Cuando volví a España retomé mi vida de fe y la relación con la comunidad. Traté de implicarme al máximo en todos los proyectos que se presentaban y en los que veía que el Señor me llamaba a formar parte dentro de mis capacidades.

En este tiempo he aprendido a amar a Dios de verdad y a poner todas mis ganas en cumplir los planes que tiene para mí.

Igual puede parecer un poco precipitado comprometerme con la comunidad sin haber tenido muchas otras experiencias, pero se me hincha tanto el corazón al oír la visión de Fe y Vida que, personalmente, para mí no merecía la pena esperar.

Antes del encuentro en Madrid he tenido que tomar decisiones en las que ponía en riesgo mi trabajo y dejaba en un segundo plano los estudios. Con todo esto, han sido unos días increíbles, rodeada de hermanos y entendiendo mejor la visión de la comunidad por lo que se puede decir que salgo ganando. Y, como dice la canción, si Dios es con nosotros quién pues contra nosotros.

Así que solo puedo darle las gracias a Fe y Vida por todo lo que ha hecho por mí en tan poco tiempo y por darle voz al reino de Dios.

Claudia Lamas