Un viaje conmovedor al corazón de las relaciones ecuménicas junto a Edith y Gavin Farley, de Austria. No se trata simplemente de una enseñanza sobre la “unidad en la diversidad”, sino de experiencias personales en la vida de un matrimonio de distintas denominaciones y culturas. Gavin y Edith Farley están casados y tienen tres hijas adultas.

Gavin, metodista y originario de Sudáfrica, formó parte durante muchos años de la organización misionera interdenominacional Juventud con una Misión (Youth With A Mission).

Edith, católica, procede de Luxemburgo, donde vivió uno de los primeros brotes del movimiento carismático en la Iglesia católica en Europa en la década de 1970. Ambos forman parte de “Umkehr zum Herrn” (Regreso al Señor), una comunidad ecuménica en Viena. Gavin ha sido miembro durante muchos años del equipo presidencial de la Red Europea de Comunidades (ENC).

¿Qué quieres llegar a ser: recolector de basura o buscador de tesoros?

Existen principios básicos de la unidad que son un requisito previo para toda pareja o ministerio de distintas confesiones al que Dios nos llama. Los siguientes siete principios desempeñan un papel especial en ello.

“El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo”. (Mateo 13, 44).

El ecumenismo no es una idea abstracta, sino un tesoro escondido en lo aparentemente ordinario: en nuestras relaciones, en la escucha, en tener el valor de dar espacio a la diversidad e incluso celebrarla. Dios nos reúne para que aprendamos unos de otros. Cada día me siento desafiado a tratar a los demás con respeto y humildad:

“Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo”. (Efesios 4, 2-5).

Es mucho más fácil encontrar defectos en los demás que alegrarse de sus “tesoros”. Puedo ser un “recolector de basura” y centrarme en todo lo que es desconocido, difícil y divisivo, o puedo convertirme en un “buscador de tesoros” y fijarme en todos los tesoros que descubrimos en los demás.

  1. Sé un buscador de tesoros – Descubre tus propios tesoros, dones y fortalezas dentro de tu propia confesión. ¡Sé quien eres! Ama quien eres. No te avergüences de tu propia identidad.
  2. Escucha, respeta, comprende – Interesaos unos por otros. Conoced las historias y los testimonios mutuos. Iniciad encuentros y proyectos conjuntos. Orad juntos.
  3. Sé servidor – La unidad significa servirnos unos a otros. Todo lo que tengo es un don de Dios. Transmito lo que he recibido. No queremos esperar a que la gente venga a nosotros, sino ir nosotros hacia ellos.
  4. Conoce quién eres – Reconcíliate contigo mismo, con tu pasado, con tu Iglesia. El ecumenismo significa ser plenamente cristiano y, al mismo tiempo, estar plenamente vinculado a tu propia Iglesia. Esto crea una diversidad reconciliada.
  5. Enfócate en lo que tenemos en común – Como escribe Pablo en Efesios 4, 4-6, centrémonos en lo que nos une: un solo cuerpo, un solo Padre, un solo Salvador, un solo bautismo, un solo Espíritu, una sola Palabra de Dios, un solo Credo apostólico, una sola fe y una sola esperanza.
  6. Da gracia generosamente – Queremos darnos espacio mutuamente para ser quienes somos dentro de nuestra tradición de fe y tal como Dios nos ha formado. Aunque a veces nos resulte extraño, queremos intentar encontrarnos con el otro con apertura.
  7. Orad unos por otros y bendecíos mutuamente – Vivir la unidad en la diversidad requiere un corazón que bendice en lugar de maldecir. Vivir la unidad en el matrimonio bendice, desea y piensa lo mejor del otro.

La realidad en un matrimonio mixto

Vivir estos principios en la vida cotidiana, siendo buscadores de tesoros en lugar de recolectores de basura, es un desafío muy especial para los matrimonios.

Para los matrimonios de confesiones diferentes, como Edith y Gavin, hay muchos momentos dolorosos en su matrimonio interconfesional. “Hemos aprendido que la verdadera unidad surge cuando dejamos de intentar cambiar al otro y comenzamos a aceptarnos, respetarnos y esforzarnos por comprendernos mutuamente”.

Al comienzo de su matrimonio, todavía tenían la expectativa de que todo se volvería más fácil con el tiempo y que las diferencias denominacionales acabarían dejando de tener importancia. Sin embargo, a largo plazo se ha demostrado verdadera la afirmación de una pareja amiga suya: “Con el tiempo se vuelve cada vez más difícil”.

No obstante, es un camino rico y profundo, y el viaje vale la pena.

Gavin