Soy Constantin Sorin Catrinescu, sacerdote de la Iglesia Rumana Unida a Roma, Greco-Católica, llegué en 2003 a Granada,
para atender a la comunidad rumana de la Provincia. Un importante detalle, los sacerdotes de la mayoría de las iglesias católicas orientales se pueden casar antes de ser ordenados y por ello mi historia puede empezar con… mis hijos.

Una de las dificultades que las familias creyentes tenemos es trasmitir a nuestros niños las experiencias, y no tanto los conocimientos, de la fe y de Dios vivo. En aquel entonces, mis tres niños adolescentes no se encontraban a gusto en ninguna comunidad (que no sea una mera asociación de animación juvenil) y en nuestras parroquias venían más bien por obligación.  Mi mujer y yo sentíamos esta gran desesperación de no poder encontrar el camino para llegar a sus corazones. Hasta que un día una catequista de su colegio les invitó a participar en una asamblea de Fe y Vida en Granada. Este encuentro les cambió la vida y les abrió la puerta de empezar a considerar con sinceridad la opción cristiana para sus vidas. En un primer momento no podíamos creer cuando, en vez de tener las mismas discusiones sobre quedar con los “amigos”, hablábamos de fe, de Dios, etc.

Esta prueba práctica nos mostró que los jóvenes, y no tan jóvenes, necesitan otras formas exteriores para llegar a la misma experiencia interior de Dios. Que es posible encontrar comunidades serias, como la de Fe y Vida, donde la mayoría de la gente se tome el Evangelio muy en serio y cree un espacio eficiente de evangelizar.

A partir de esta experiencia, mi mujer Elena y yo hemos empezado a frecuentar las reuniones de Fe y Vida en Granada y después de conocer al fundador y a la comunidad de Cantabria, superado el “miedo” a algunas formas demasiado “modernas”, que al principio resultaron un poco difíciles de entender, para una persona acostumbrada al rigorismo de la tradición bizantina, nos hemos empapado cada vez más de su teología de la nueva evangelización y hemos descubierto que realmente tiene elementos únicos que permiten trasmitir el mensaje de Cristo en la cultura de hoy y a las personas concretas (que la padecen).

Nos decidimos a comprometernos con Fe y Vida, por una razón muy simple: queremos que lo que les pasó a nuestros hijos les pase a cada vez más jóvenes, que puedan encontrar un sitio que les hable con valentía de Cristo vivo y no de un símbolo, sin miedos, pero desde una perspectiva actual.

Una última idea, yo personalmente he empezado a descubrir el valor de la comunidad, este requisito evangélico que parecía una quimera, lo siento ahora posible. Realmente considero a los “chicos” tanto de Granada, como de Cantabria y del resto de España, hermanos y además me encanta charlar y pasar el tiempo en su compañía. Gran cosa en el panorama actual del cristianismo donde las personas son cada vez más individualistas y están más solas.

En Cristo,

Sorin