Hace tiempo que no hablamos de ello, pero en Fe y Vida seguimos soñando que por toda España surjan comunidades reales de gente donde haya relaciones significativas, donde se evangelice, donde se acompañe, donde se generen cristianos adultos… Y creemos que una parte de ellas tendrán que ser comunidades Fe y Vida.
Y soñamos esto porque creemos que nuestra forma de vivir la fe no solo es una forma válida, sino que puede ser una forma con la que mucha gente conecte; es más: pensamos que hay personas que si no es con Fe y Vida, puede que no conecten nunca ni con Dios ni con la Iglesia.
¿Cómo vamos a llegar ahí? Yo no lo sé exactamente, pero veo tres valores esenciales. Tres patas de un taburete que deberíamos tener siempre presente en todas las iniciativas de evangelización que hacemos.
La oración
Cuando tengo temporadas en que oro menos, o me motiva menos la oración… tengo un diálogo conmigo mismo. Dicho diálogo suele ser algo así:
P: ¿Para qué quieres ayudar a la gente acercarse a Dios?
R: Para que encuentren sentido en su vida. Para que puedan sentir el amor y la aceptación de Dios. Para que dejen de vivir su vida para tirarla y encuentren esa misión que va a tener una consecuencia en la eternidad…
P: Entonces básicamente para que aprovechen su vida lo más posible.
R: Sí.
P: ¿Y ya está? ¿Qué pasa después de la muerte?
R: Bueno claro, se me olvidaba una cosa muy importante: les ayudamos para que la gente tenga una relación con Dios desde ya. Y, en última instancia, una vez acabado el transcurso de su vida, puedan estar en la presencia de Dios y vivir con él eternamente.
P: Ah, entonces, lo más importante es estar en la presencia de Dios, conocer a Dios y dejarse conocer por él, tener y crecer esa relación con Dios… y de ahí viene lo demás que has dicho al principio, ¿no?
R: Sí, correcto.
P: Y, si eso es lo más importante, ¿por qué tú ahora no lo estás priorizando?
R: Me has pillado…
Evangelizar es el mejor favor que le podemos hacer a alguien. Porque va a vivir mejor su vida en la tierra, una vida que va a merecer más la pena y va a tener vida eterna. Ambas son promesas de Jesús.
Y, como es el mejor favor, también lo quiere Dios para cada uno. Dios sabe que lo mejor para cada ser humano es tener una relación con él. Y esa es la base de todo. Y la relación con Dios en esta tierra es la oración.
Y no podemos llegar a más gente si nosotros no tenemos esa relación. Creo que lo que a otras personas les hace preguntarse, cuestionarse… es ver un corazón enamorado del Señor. Una persona que tiene intimidad con el Señor. Que confía en él. Que se sabe amada y aceptada por él.
En especial quiero destacar aquí la oración de intercesión: ¡hay que pedir por la gente!
Hay que pedir por nuestros familiares y amigos, que se acerquen a Dios. Por nuestros compañeros de trabajo…Hay que orar por tanta gente que está desesperada, vacía… que en el fondo no se siente amada ni aceptada… hay que orar para que el amor de Dios los encuentre y los restaure.
Hay que orar por tantos cristianos que van a la Iglesia los domingos, calientan el asiento, pero sus corazones están tan lejos de Dios como los de muchos ateos. Hay que orar para que gente así pueda venir a la charla del viernes que viene.
La acogida
¿Por qué es importante la acogida? Lo podríamos resumir así: Jesús acogía. Nosotros acogemos.
Jesús tenía una actitud abierta ante cualquiera, pensara lo que pensara, creyera lo que creyera. A todo el mundo le daba una primera oportunidad. Obviamente si le atacaban se defendía… pero se defendía argumentando, porque era férreo contra ciertas ideas, pero amaba a las personas.
Los seguidores de Jesús tenemos que ser igual: defender las ideas, pero amar a las personas.
Y especialmente, cuando la otra persona tiene ideas con las que no estoy de acuerdo o no se comporta bien, hay que amarla… para intentar ofrecerle otra forma de pensar u otra forma de vivir.
Acoger es ponérselo fácil a la persona que ha decidido venir por primera vez a un sitio que no está en su zona de confort, que ha hecho un esfuerzo por venir a una asamblea, a un evento…
Acoger es saber que a todos nos gusta cuando vamos a un sitio que no conocemos a nadie, poder hablar con tres o cuatro personas, conocer un poco de ellas, sentir que ellas han conocido un poco de ti…
Acoger es mandar el mensaje: eres bienvenido. Seas como seas, encajas. Porque no hay que ser de ninguna forma especial para encajar. No hay que rezar mucho para venir aquí. No hay que no tener ni un solo pecado para venir aquí.
Y cuando tú haces un esfuerzo por acoger estás siendo como Jesús, que estoy seguro de que no siempre le apeteció acoger. Y a veces lo que pensó mientras ponía una sonrisa sería “menudo piltrafa… a ver qué hago con este…”
Creo que con algunas personas una buena acogida por nuestra parte va a significar la diferencia entre una vida y una eternidad con Dios y una vida y una eternidad sin Dios. Es así de duro pero es cierto.
Pero acogida no es solo la primera vez. Acogida es seguir dándole una oportunidad a la persona. Saber que siempre hay más de lo que mostramos, saber que hay gente que sufre mucho por cosas que ni imaginamos.
El servicio
Lo cierto es que para compartir la relación con Dios con otras personas… no basta con tenerla (que es lo esencial) ni basta con cerrar los ojos, concentrarse y que entonces otras personas empiecen a experimentar esa relación con Dios.
Lo cierto es que pasa por eventos: Misa, asambleas, encuentros X, una charla, un fórum… lo que sea, pero tiene que haber momentos de encuentro.
Y organizar esos encuentros exige cosas. Lo primero que exige es tiempo. El tiempo de los que asistimos ahí, venga gente o no venga gente. Estar ya es un servicio. Podríamos establecer la siguiente equivalencia matemática:
Servicio = tiempo
Luego, aparte de estar, puedes hacer funciones concretas: preparar la sala, llevar el equipo de sonido, montar el equipo de sonido, montar el proyector, controlar el proyector, cantar, hacer una oración en voz alta, predicar… leer…
Los cristianos servimos a Dios. Hacemos cosas por las personas pero como si el “jefe” fuera Dios. Si hay éxito humano, genial; si no lo hay, tu servicio sigue valiendo ante Dios. Ante Dios da igual llevar la alabanza ante 10 que ante 100. Por eso, el que quiere llevar la alabanza ante 100 pero no ante 10… eso no es servicio cristiano.
Dice Jesús en el evangelio “El que es fiel en lo poco es fiel en lo mucho”. Creo que ese es un buen resumen del alma del servicio cristiano.
Deja tu comentario