Me gusta mucho ver películas en familia. Lo que no me gusta tanto es el momento de decidir qué tipo de película vamos a ver. A mí me gustan mucho las de ciencia ficción, futuros distópicos, mundos imaginarios, galaxias muy, muy lejanas, alienígenas, superhéroes… A mi hija pequeña la encanta ver pelis de dibujos y si es alguna que haya visto más de quince veces, mucho mejor. Y a mis otras dos hijas y a mi mujer las encantan las comedias románticas o, como la llamamos en casa, “pelis moñas”. En esas pelis a veces hay alguna pareja que rompe su relación y aparecen frases como: “No es por ti, es por mí,” o “No eres tú, soy yo”…

Esas frases han resonado últimamente en mi vida aunque no tenían ninguna connotación de comedia ni de romanticismo.

De unos meses a esta parte he empezado a desconfiar un poco de mí mismo. He empezado a preguntarme por qué hago las cosas que hago:

 ¿Intento ser mejor persona con los demás como respuesta al amor de Dios hacia mí o lo hago para que me quieran más?

¿Escribo este artículo con la intención sincera de compartir un poco de lo que estoy viviendo y que al hacerlo pueda ayudar a alguien en su camino de fe o para que alguien me diga “me gustó lo que escribiste” y me sienta más apreciado?

¿Intento aumentar mi tiempo de oración para mejorar mi relación con Dios o para pensar que soy “más espiritual”?

¿Me hago un canal de WhatsApp para evangelizar o porque mi ego se alimenta con cada reacción a mis mensajes?

A veces me resulta complicado discernir mis verdaderas intenciones, por eso desconfío un poco de mi mismo, por eso en mi oración le pregunto a Dios ¿Esto lo hago por ti solo hago por mí?… Ahí puede aparecer el “no es por ti, es por mí”.

En otro contexto en el que también uso “no es por ti es por mí” es en tener una rutina de oración, establecerme un horario, unos tiempos mínimos. Necesito tener un horario porque si no, lo que suele pasar es que voy aplazando mi rato de oración y, o le “doy las sobras”, o ya no encuentro un tiempo exclusivo para Dios ese día. Aunque hay días en que le digo “Aquí estoy, vengo a orar porque hemos quedado” tener un horario y una rutina me ayuda a ser constante, a permanecer, a ser fiel. Dios no necesita horarios, él es siempre fiel. En este caso no lo hago por él, sino por mí. Aquí aparece el “No es por ti, es por mí”.

Otra de las frases de las pelis moñas es “No eres tú, soy yo”. En esta ocasión es Dios el que me la dice a mí y me duele.

Duele porque, aunque la teoría me la sé, una vez más me ha costado ser consciente de verdad y vivir plenamente que el que salva es Jesús, no yo. Es cierto que se vale de nosotros para llevar a cabo su obra y que, de hecho, nos envía a ello (Mt 28,19) pero ni por asomo puedo acercar a nadie a Jesús ni ayudar a extender el Reino de Dios por mis propias fuerzas, conocimientos, aptitudes… Sino que será Dios el que lo haga en la medida en que me deje llenar del Espíritu Santo, en la medida en que ponga mi vida en sus manos, en la medida en que yo me quite de en medio y le deje actuar en mi vida. En la medida en que yo me quite del centro y le deje estar a él en el centro.

En ello estoy y no me resulta nada fácil, pero de vez en cuando en mi oración resuena “estate tranquilo y descansa. Porque aunque a veces pienses que no puedes cambiar y creas que no puedes moverte del centro no lo vas a hacer tú, lo hago yo. Confía y déjate hacer…

No eres tú, SOY YO.