Supongo que, si estás leyendo esto, lo más probable es que seas cristiano y lo más probable es que hayas escuchado o leído unas cuantas veces esta famosa frase de Jesús:
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá la puerta”.
La citada frase son dos versículos que encontramos en el evangelio de Mateo, capítulo 7.
Y supongo que si te han explicado alguna vez qué significa esa frase, seguramente la han relacionado con la oración y ser perseverantes en ella.
Y no vengo yo a decir que no, pero hoy me gustaría darle una vuelta de tuerca a esta frase.
No sé exactamente por qué, pero creo que la genética, la vida, la providencia o las tres a la vez me han dado una característica en mi forma de ser que todos los que me conocen un poco creo que reconocen en mi: Soy un poco “sinvergüenza”. En el sentido más literal del término: “Sin vergüenza”. Otros dirían que lo que soy es “intenso”, otros dirían “pesado”, otros que “poco prudente”… y puede ser que también… Pero con esto de no tener vergüenza estoy pensando en cosas como no tirar la toalla con las personas, en preguntar, en no resignarme a la respuesta fácil o a la primera, en intentar averiguar qué es lo que realmente quiere decir la otra persona…
Pongo un ejemplo tonto pero ilustrativo. Imagina la siguiente situación: un familiar tuyo está montando un mueble de Ikea y se da cuenta que le falta un tornillo con cabeza tipo Allen métrica 6 , y sin ese tornillo el mueble es inútil. Entonces te pide que por favor vayas a la ferretería a ver si tienen el tornillo. Tú vas y, cuando te llega el turno en la cola, le pides al dueño de la ferretería que te de un tornillo con cabeza tipo Allen métrica 6, a lo que te responde que no tiene tornillos con cabeza tipo Allen. Si eres tipo “A”, lo que pasa es que te vas cabizbajo y le comunicas la mala noticia a tu familiar. Juntos desmontáis el mueble y lo devolvéis. O… si eres tipo “B”, cuando te llega el turno en la cola y el dueño de la ferretería te dice que no tiene esos tornillos le preguntas: “¿Y otro tornillo que encaje con el agujero que tiene el mueble? ¿O algún pegamento de contacto muy fuerte que pueda aguantar lo que tendría que aguantar el tornillo? Si te traigo una foto del mueble… ¿me das una solución?”
Y creo que la diferencia entre el Tipo A y el Tipo B es la vergüenza.
Y, por tonto que parezca, lo que experimento es que mucha gente es tipo “A”. Y, claro, con un tornillo y un mueble pues tampoco es para tanto, pero cuando eres tipo “A” para otra muchas cosas de tu vida… ahí ya empieza a cobrar importancia.
Y lo interesante es que también se aplica este principio a la vida espiritual. ¿Cuánta gente no pide ayuda en temas personales y espirituales por vergüenza? En concreto yo la he visto también muy aplicada en la misión. Por ejemplo, viene gente nueva a la asamblea y te manifiestan “que no les ha llenado mucho”. Y tú puedes concluir fácilmente que es que “esto no es para ellos” y ya está. Y no preguntas más… por vergüenza. O puedes indagar un poco y preguntarles.
Muchas veces creo que los humanos nos excusamos en ideas generales pero que, si rascas, suele haber algo concreto. En este mismo caso, quizá después de preguntar, te pueden confesar que lo que realmente ha pasado es que se les ha hecho larga la charla, que ha durado treinta y cinco minutos. No se puede arreglar fácilmente “que no les haya llenado mucho” pero si el problema consiste en que la charla de treinta y cinco minutos se les hace larga, eso tiene una solución más fácil: intentar hacerla de veinticinco, por ejemplo.
Y con este ejemplo podría poner otros muchos: en la organización de los cursos Alpha, en el funcionamiento de las células, en el acompañamiento… Creo que tenemos que tener, como cristianos, menos vergüenza en preguntar. Dejar de asumir lo que otros quieren, sienten o desean y empezar a preguntar más a la gente. En el fondo se trata, creo, de una actitud de humildad. De no creerte con el superpoder de leer las mentes y los comportamientos y tener la valentía de preguntar. De buscar la verdad más allá de nuestra percepción. También tiene que ver con dar pasos de fe: Creo que muchas veces oramos por cosas pero no estamos dispuestos a correr el riesgo de ir a por esas cosas que pedimos. Buscad y encontraréis, es decir: sed consistentes en buscar, buscad por todos lados, atacad el problema desde todos los puntos de vista posibles, si la puerta no se abre a la primera, llamad unas cuantas veces.
Quizá los cursos Alpha no funcionan y funcionan los cursos Beta. Quizá las células por la tarde y presencial no funcionan y funcionan online y por la noche… Y, por supuesto, la oración juega un papel fundamental en todo esto. Si humanamente somos muy audaces pero no dependemos del Señor… creo que no podemos llegar a hacer ninguna obra espiritual que merezca la pena.
También se aplica la sinvergonzonería cuando hablas de tu fe, cuando retas a alguien a dejarse de tonterías y entregar su vida a Jesús, cuando confrontas a alguien que se está engañando… Ser “sirvenguenza” normalmente lo asociamos a algo negativo o al pecado, pero de lo que yo estoy hablando aquí es de ser sinvergüenzas por el Evangelio. Y por supuesto que hay que ser prudentes, pero es que sinceramente creo que nos pasamos de prudentes con bastante frecuencia o disfrazamos de prudencia lo que en verdad es miedo o comodidad.
Cuando esa actitud de búsqueda, de probar, de no tener miedo a preguntar, a cambiar… la aplicas consistentemente yo creo que va dando resultados. Por lo menos, yo creo humildemente que tiene bastante que ver con los frutos que empezamos a ver en Valencia. Obviamente, queda mucho por hacer, pero creo que vamos por el buen camino. Yo le pido a Dios que me siga haciendo sinvergüenza por el Evangelio y para los que me leéis: pedid y se os dará… sinvergonzonería 😉
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