Dónde yo vivo el año empieza el 1 de enero y acaba el 31 de diciembre, pero es algo que siempre me he cuestionado, ¿es así en la vida de las personas?
Para una gran mayoría de las que yo conozco el año empieza en septiembre y acaba en agosto y no solo por empezar el curso escolar.
Al igual que en enero, es en septiembre cuando nos planteamos novedades, renuncias, nuevos hábitos… En mi opinión septiembre es un mes privilegiado para ello ya que venimos de los meses de verano; y es que en estos meses la vida de mucha gente cambia, bien porque se baja el ritmo de vida, se cogen vacaciones, o justo lo contrario, se intensifica, la gente aprovecha para trabajar o aumentar su actividad.
Pero si nos salimos del ámbito laboral y del escolar, en el espiritual o de vida comunitaria, sucede algo parecido.
En junio se acaban muchas de las actividades que durante el resto del año se han realizado pero en julio y agosto se realizan muchas otras que durante el año no se pueden poner en práctica.
Son julio y agosto dos meses donde se da una gran movilidad entre las personas, unos van, otros vienen, se aprovechan los días para conocer nuevas realidades y nuevas experiencias. La acogida, la convivencia y el servicio se intensifican. Pero también es tiempo de revisar, de retirarse, de mirar hacia dentro, discernir…
Es por ello que, aprovechando lo vivido durante los meses de verano, septiembre lo podemos dedicar a darle tiempo a lo nuevo, retomar lo que dejamos en el mes de junio a la luz de lo discernido en nuestro tiempo de retiro y/o dar espacio de forma continuada a la acogida, convivencia y servicio.
La verdad es que los cristianos lo somos todo el rato en todo tiempo, pero el entorno y las circunstancias nos pueden influir en cómo vivir nuestra fe en el día a día, así que es importante que en el mes de septiembre volvamos a recordar que nuestra vida tiene que buscar también la voluntad de Dios en nuestra cotidianeidad, porque es Él quién sabe cómo nos encontramos y lo que necesitamos.
¿Y qué nos puede ayudar a seguir buscando la voluntad de Dios para nuestra vida, con lo que somos y con lo que tenemos?
- Prestar atención a los deseos de nuestro corazón, buscando más allá de nuestro entendimiento. “Confía en el SEÑOR y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. Deléitate en el SEÑOR y él te concederá los deseos de tu corazón” Sal 37, 3-4.
- Oración y lectura de la palabra. “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.” Rom 12, 2.
- Identificar nuestros dones espirituales y administrarlos bien. Oración y comunidad.
- Buscar consejo en el lugar correcto. Comunidad y acompañamiento… ”Con buenos consejos los planes tienen éxito; no entres en guerra sin consejos sabios.” Pr 20, 18.
- Discernir entre las oportunidades confiando en que estamos en manos de Dios. Oración, acompañamiento y comunidad. “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.” Ec 3, 1.
Oración – Lectura de la Palabra – Comunidad – Acompañamiento…. Todo ello quedándonos con la idea de que, en nuestra vida, empecemos, continuemos o acabemos, lo importante, como nos decía el Papa Francisco en la Vigilia en la JMJ 2023 en Lisboa, es:
“Yo los dejo con esta idea, no más. Caminar. Y si uno se cae, levantarse, caminar con una meta, entrenarse todos los días en la vida. En la vida nada es gratis, todo se paga. Solo hay una cosa gratis, el amor de Jesús. Entonces con esto gratis que tenemos, el amor de Jesús y con las ganas de caminar, caminemos en la esperanza, miremos nuestras raíces. Sin miedo, ¡no tengan miedo! Gracias, ciao”.
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