Mi nombre es Alejandro y me acabo de comprometer con la comunidad. Para mí está siendo como esos viajes en tren que se hacen a lugares donde quieres ir pero nunca antes has estado. Se hacen largos porque “quieres llegar ya” y porque tiene muchas paradas, y te desesperas un poco porque ves que la tuya tarda un poco en llegar. En cuanto llega, bajas y no sabes muy bien qué hacer, a dónde ir… pero sabes que estás en el lugar correcto y que lo que viene va a ser guay.
Y no guay porque te lo vas a pasar bien (que sí), ni porque las personas con las que vas estar sean majísimas y te sientas realmente querido por ellas (que también), sino guay porque andas confiado de que “el que empezó la buena obra, se encargará de llevarla adelante”.
Y para ello te pone en “un lugar”, te da unos hermanos, te confía una visión, y te prepara para lo que está por venir. Precisamente con lo que está por venir y con los que están por venir sueñan y trabajan “los de Fe y Vida”, y, yo, desde hace algunos días, me he unido a la plantilla.
Conocí la comunidad hace dos años y desde entonces se ha ido produciendo en mí un proceso de conquista, y no es Fe y Vida la que me ha conquistado, sino que ha sido Dios el que me ha ido explicando que ese pequeño (pequeñísimo) tallo es en el que quiere injertarme para que crezca y dé fruto..
Si hay algo que yo destacaría de la comunidad serían tres cosas: La búsqueda de lo esencial, la libertad y la autenticidad. La búsqueda de lo esencial implica que la vida cristiana tiene un montón de ámbitos y prácticas, pero hay algunas que son más importantes que otras. Y eso hay que tenerlo claro. Y si no tienes cuidado, se te van pegando hábitos y te vas llenando de cosas que no son realmente seguir a Jesús. Aquí las cosas están muy claras: el objetivo es ser discípulo, la base es la oración sincera y la estructura que lo soporta es la comunidad. En ese sentido son muy prácticos, y yo, como ingeniero, soy práctico y me gusta.
La libertad porque realmente se cree que Dios nos ha hecho libres y que es el mayor regalo que nos ha dado y aunque se dicen las cosas muy claras y sin ambigüedades, se respeta de forma casi sagrada la opción que cada uno tome. La libertad, tanta que “puedes ver salir el sol a la hora que quieras”. Eso vale oro.
Autenticidad: no se busca dar una imagen, esconderse tras una careta, dar recetas a base de clichés. Cada uno es lo que es, con sus dones y sus miserias, y estamos aquí para querernos y ayudarnos. Autenticidad porque te encuentras gente de todo tipo, jóvenes y mayores, con más y con menos nivel cultural y económico, gafas hipster y gafas de culo de vaso, camisas a cuadros y chupas de cuero. En serio, gente auténtica.
En fin, no es más que eso: oración y servicio, ilusión y entrega, compromiso y libertad… Fe y Vida.
Alejandro.
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