Los días 9 y 10 de Febrero siete hermanos de Fe y Vida nos desplazamos hasta Loyola para asistir a un entrenamiento “Alpha”, que se iba a llevar a cabo allí, organizado por la Delegación de Pastoral Juvenil de la diócesis de San Sebastián. Había también gente de Navarra, Madrid y Guipúzcoa: personas de diversas procedencias y espiritualidades pero todos con el anhelo de evangelizar. Quisiera dar las gracias a Onofre, Icíar, Olga e Iñigo por la acogida y por permitirnos acompañarles en este encuentro.
Para los que no lo conozcáis, Alpha es un método de evangelización, de primer anuncio más concretamente, que nació en los años setenta en una parroquia anglicana de Londres. Desde allí se ha ido extendiendo por diferentes confesiones cristianas en multitud de países, y ya son aproximadamente unos 18 millones de personas los que han hecho el curso en todo el mundo.
El método es “sencillo”. Se basa en 14 charlas que se dan a lo largo de 10 semanas. En cada encuentro se ofrece una cena, la charla y luego un rato de debate, en el que cada cual puede comentar libremente qué le ha parecido lo expuesto y qué piensa del tema que se ha tratado. En medio del curso hay un fin de semana de convivencia en el que se dan 4 de las charlas y se hace una invocación al Espíritu Santo para que los participantes puedan recibir su efusión.
Hasta Loyola se desplazaron para dirigir el encuentro Tote y Cristy (con sus dos magníficas asistentes) que son los Coordinadores de los cursos Alpha en España y con ellos Manu, que a través de su propia experiencia se ha convertido ya en todo un experto en organizar cursos de este tipo. El entrenamiento resultó de lo más interesante y divertido a pesar de la gran cantidad de información que recibimos. Pero no sólo se trata de esto, porque, además, el planteamiento resulta radicalmente diferente de cuanto suele realizarse en la Iglesia: así que requiere un gran esfuerzo para cambiar el “chip”. Para llevar a cabo un curso Alpha, lo más necesario es dejar atrás casi todos los esquemas que tenemos. Se trata de crear un espacio donde la gente se encuentre a gusto, donde pueda disfrutar y pasarlo bien, y a la vez recibir unas charlas en las que se exponen los temas más básicos del cristianismo. Luego es fundamental dejar que las personas se expresen en libertad y sin complejos, con la garantía de que nadie será juzgado por sus ideas, y sin que haga falta que todo el mundo esté de acuerdo con nuestra opinión. Un lugar donde sea más importante escuchar que predicar, donde el que piense de la forma más diferente a la nuestra sea el que más a gusto se sienta y donde lo primordial esté más en las preguntas que en las respuestas. Estas ya llegarán por si solas… si Dios quiere que sea así. Porque al final, el encuentro personal con Jesús sólo sucede si Dios lo hace realidad. Nosotros no podemos hacer más que crear las condiciones propicias para ello.
A lo largo de estos dos días se sucedieron las charlas explicativas de cómo es la dinámica de Alpha, a la vez que se intercalaban exposiciones propias de las que se imparten durante las diez semanas. Y en medio de todo, hacíamos experiencias prácticas de cómo son los grupos a lo largo del curso con role playings, en los que la a hermana Primitiva, por ejemplo, le tocaba hacer de atea. Genial. Lo pasamos muy bien.
El sábado por la noche, después de disfrutar de una cena “tipo Alpha”, pasamos a la capilla a celebrar una vigilia, donde Tote estuvo hablando del poder del Espíritu Santo en nuestras vidas. Luego realizamos una oración de intercesión por la efusión del Espíritu Santo. En ella, los hermanos de Fe y Vida participamos rezando por la gente que nunca había tenido una experiencia de ese tipo. Estuvimos acompañados por la música que llevaron “The Luis Brothers”, (así bautizó Tote a los dos “Luises” de Fe y Vida, que se ocuparon de la música durante todo el fin de semana). El momento fue muy especial, y es que cuando invocamos al Espíritu Santo, este nunca nos defrauda, a pesar de que muchas veces olvidemos que siempre está a nuestro lado y que en realidad es Él y solo Él quien puede hacer cambiar la vida de la gente.
El domingo por la mañana tuvimos un taller práctico que nos dio Cristy acerca de cómo rezar unos por otros. Lo hicimos en grupos, y la verdad es que resultó una pasada ver como la misericordia de Dios se manifestaba a través de personas, que oraban por vez primera imponiendo las manos por otros hermanos. Después de esta charla nos hablaron acerca de lo que hay que hacer con la gente al terminar un curso Alpha, ya que éste es solo el comienzo de una vida cristiana: luego hay que seguir trabajando y discipulando a la gente, para que lleguen a ser cristianos adultos en la fe y en un futuro puedan ser ellos los evangelizadores.
Ya para terminar celebramos juntos la Eucaristía. Un momento en el que todos fuimos enviados, en nombre de la iglesia, a evangelizar en nuestros lugares de origen. Al final de esta eucaristía y, casi providencialmente para darle más solemnidad si cabe al envió, se unió a nosotros Monseñor D. Jose Ignacio Munilla, obispo de la diócesis de San Sebastián. Él fue quien efectuó dicho envío y luego nos acompañó durante la comida, compartiendo un pequeño coloquio con nosotros después de la sobremesa, y como culmen de este fructífero fin de semana.
En definitiva: dos días geniales en los que trabajamos, aprendimos, conocimos y compartimos con hermanos nuevos. Con ellos rezamos y disfrutamos una barbaridad. Volvemos llenos de ganas de ver como Dios es capaz de entrar en la vida de la gente y transformar sus corazones. Con la ilusión de poder aportar algo, desde nuestra pequeñez, que contribuya a aliviar el sufrimiento de la gente y apoyar el crecimiento del reino de Dios aquí en la tierra. En nuestro ánimo está convocar y organizar un curso Alpha durante este año. El reto es importante porque son muchos los aspectos a tener en cuenta (en relación a la logística, los recursos humanos y el dinero, por ejemplo), pero, como comentábamos entre nosotros al finalizar el encuentro, es toda una gracia y un privilegio poder contar con una comunidad que nos respalda y con unos hermanos que nos apoyan. Sabemos que no estamos solos y que juntos, con la ayuda de Dios, intentaremos responder a este desafío. Pero esa ya será otra historia que espero compartir con vosotros con la misma ilusión.
Alejandro.
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