imageHola a todos, soy Samuel, uno de los jóvenes de la Comunidad, y escribo para narraros mi experiencia en el campamento ‘’La industria 10 días’’.

Siempre me he mostrado reacio a asistir a campamentos y actividades fuera de casa por varios motivos, pero esta vez era algo que me interesaba: Dios y el arte.

Por una parte me daba un poco de respeto estar diez días rodeado de desconocidos, pero por otra lo estaba deseando. Estaba y estoy en una época de preguntas y de dudas, y sentía que ahí estaba la respuesta.

Me informé un poco y supe que en esos diez días podías escoger una disciplina de las varias que ofrecían, a la vez que comenzar (o hacer más estrecha) tu relación con Dios, y me pareció perfecto, así que me apunté casi sin dudarlo.industria

El primer día llegué allí y el recibimiento fue muy familiar, la gente muy acogedora, les notaba algo a lo que no estaba acostumbrado cuando vas con tus amigos de siempre, y no sé por qué, pero me gustaba. Nada más entrar, coloqué las maletas y me metieron junto a unos 60 chavales en una sala oscura, unos 20 minutos. ¡A nadie pareció extrañarle! Hasta que en un momento se encendieron las luces, y allí estaban, un grupo de música formado por gente de no más de 30 años, y empezaron a tocar una alabanza. Acto seguido, todos los chicos y chicas que me rodeaban empezaron a saltar, orar en voz alta, y levantar las manos, sin ningún tipo de pudor ni vergüenza, a pesar de que la mayoría no se conocían entre ellos, ¡en ese momento pensé que iban a ser unos días muy interesantes…!

Los dos primeros me costó adaptarme: todavía no me soltaba del todo en las oraciones y alabanzas, y tampoco había hecho especial contacto con ninguno de mis compañeros, pero aguanté como pude, porque sabía que si me iba, me iba a perder algo muy importante.

Todos los chavales teníamos un mentor, alguien con quien hablábamos de nuestros problemas y de diversos temas. Yo, en mi primera reunión con el mío, estuve contándole que siempre que intento comunicarme con Dios, siempre he sentido que estaba hablando solo, con una pared, y me dijo que a él también le pasaba a veces. A partir de ese día tuvimos una ‘’reunión’’ todos los días, para hablar de nuestras cosas.laindustria3

En las oraciones yo siempre pedía un cambio, tener una ‘’conversión’’ radical, y notarle, pero al no ser inmediato ni perceptible, me frustraba bastante y me enfadaba. Cuando los predicadores decían que Dios estaba entre nosotros yo respondía a mis adentros: ¡Pues que se haga notar! Pero nunca era como yo quería.

Al paso de los días todos éramos como una familia, yo me sentía genial en las alabanzas y oraciones, y no quería que eso acabase, de verdad estaba notando un cambio, no tenía ninguna duda de la existencia de Dios (que siempre las había tenido) e, inconscientemente, sabía que Dios me hablaba, como yo había pedido.

El último día hicimos un concierto, en el que yo toqué la guitarra y todo saló bastante bien, aunque nadie quería que todo terminase. Las despedidas fueron muy emotivas y todos sabemos que no vamos a olvidarnos entre nosotros.

Yo ahora me he dado cuenta de que todas esas oraciones que creía que no habían sido escuchadas sí que lo fueron, y que sin que yo lo notase, Dios me estuvo hablando continuamente, y ahora lo veo todo de una forma distinta.

¡La verdad es que tengo bastantes ganas de volver!

Samuel.

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