Las células:

Dentro de la estructura de Fe y Vida, existen unos grupos reducidos que llamamos células.

celula evaActualmente existen cuatro células, dos de las cuales son de miembros comprometidos, y es que, precisamente, uno de los compromisos que tiene la Comunidad es que cada miembro participe en uno de estos grupos. El tema tiene su importancia, ¡más de lo que nos podemos imaginar! ¿Por qué?, bueno pues porque la célula es un lugar en el que profundizamos, crecemos, nos formamos, nos sostenemos los unos a los otros, nos damos vida y compartimos desde lo más profundo de nuestro ser: ¡ni más ni menos! Los miembros tienen tres compromisos: asistencia, puntualidad y silencio sobre lo que allí se escuche: esto es necesario para el buen funcionamiento de todo.

Bien, pues la verdad es que os podría hablar de las diferentes células que hubo y hay en la comunidad, podría hablar de las funciones u objetivos que tienen, podría hablar de muchas cosas, pero voy a optar a hablar esta vez de mi experiencia personal.

Hace tres años, yo no pasaba por un buen momento: fue, en realidad, el peor que he vivido. Estaba hundida en mi mundo, cada vez el barro de la desesperación cubría más mi ser, y todo ello sin que ni yo misma fuera consciente de lo grave de mi situación. Mi matrimonio no pasaba por un buen momento: las Oposiciones, dos niños muy pequeños, y mi relación con Dios que era muy, pero que muy fría. Culpabilidad, pesimismo, negatividad, egoísmo, tristeza, frialdad … y así podría seguir unas cuantas líneas más.

Pero el Señor vino a mi encuentro, me cogió de la mano y me rescató del lodo que me asfixiaba. Un día tuve la intuición, muy fuerte, de que tenía que estar en una célula, cosa que no me apetecía nada (quería irme, alejarme de Dios y de todo, quería retirarme para morir…). Pero aun así, pedí permiso para comenzar a asistir a la célula que llamamos de “Comunión ” y ahí empezó mi VIDA.

En ese pequeño grupo hemos llorado, hemos reído, hemos desvelado secretos inconfesables, hemos vivido intensamente momentos de la vida humana como nacimientos, matrimonios…, hemos enterrado a padres… Hemos compartido tanto desde la pequeñez, desde la humildad, desde nuestro pecado, desde nuestra realidad, que Dios ha reconstruido su pueblo, ha “levantado” a gente que nadie esperaba, gente pobre, gente a quien lo único que le quedaba eran las ganas de que Dios fuese real en su vida.

Creo que esta célula ha tenido éxito, y creo que una de las claves de ese éxito fue simplemente compartir desde la verdad. Ahí sí que no queríamos aparentar. Queríamos descubrirnos tal y como éramos, y sobre todo teníamos un fin común: queríamos que el Señor fuese grande en nosotros: la pura razón de nuestro existir. Fijaos que pongo que “queríamos” que Dios fuese grande en nuestra vida: eso no significaba que lo fuese realmente, pero, de verdad, en lo profundo de nuestro corazón, anhelábamos que Él pudiera ser Él.

Ese deseo nos ha llevado a corregirnos con y por amor, por nuestro bien, a formarnos para crecer en nuestro conocimiento, a profundizar en la Palabra, a compartir nuestras experiencias para poder contrastarlas, a descansar dejándonos cuidar por el resto de los miembros, a rezar por nuestras necesidades, a conocernos para potenciar nuestros dones y carismas… todo esto y mucho más hace que seamos uno en la lucha de nuestra Fe. Éramos como piedras preciosas en bruto, sin pulir, que juntos y por la ayuda de Dios nos fuimos depurando poco a poco, formando una joya. En definitiva el Señor nos regaló algo maravilloso: creíamos que Él podía cambiarnos, y así sucedió efectivamente.

Como podéis leer, hablo en pasado, y así es. Este año, después de los compromisos de la Comunidad, las células se deshicieron para agruparse de nuevo, y aunque parece inicialmente que fue una desdicha separarnos después de todo lo vivido, ¡nada más lejos de la realidad!: estamos encantados de compartir con otros hermanos, renovar, abrirnos, seguir derribando murallas y dejar que Dios siga actuando y construyendo.

Hoy ésta es mi nueva célula: somos siete miembros presenciales y dos “virtuales”: gracias a las nuevas tecnologías podemos conectarnos con nuestras hermanas de Tarragona. En realidad todos los grupos tienen algún miembro virtual. Así, conectamos con Sámano (Cantabria), con Salamanca y con Tarragona.

Bueno, pues sin más me despido con un abrazo muy fuerte: ¡Dios me ama con locura y a ti también!