Después de Alpha, que nadie piense que mi vida se transformó de un día para otro por arte de magia. Al principio me encontré muy perdida. ¿Cómo aplicar las enseñanzas de Alpha en mi vida, así por las buenas? No sabía ni por dónde empezar. Los de la mesa quedamos un día por nuestra cuenta, pero no le dimos continuidad. Es muy difícil que tú solo seas capaz de realizar el cambio. Te surgen dudas continuamente, te estás replanteando toda tu vida, y no es fácil. Necesitas una guía, porque las dudas te asaltan al principio continuamente. Acudí al sacerdote que había estado presente en Alpha. Sólo había intervenido uno de los días del curso, y lo había visto pulular por allí, pero no había hablado con él, y al principio me dio corte acercarme, con mis dudas de principiante. Su respuesta fue increíble. Tuvo una paciencia infinita conmigo, y su ayuda fue providencial. Es muy importante que busquéis apoyo al principio. Por muy eufóricos que salgáis de Alpha, el camino que se presenta por delante si de verdad estáis dispuestos a hacer realidad un cambio profundo en vuestra vida, no siempre es fácil, y tener un referente a quien acudir es crucial.
Además, hay dos claves que Alpha te da, y que para mi fueron fundamentales en esos primeros momentos. Por una parte, acudir al manual de instrucciones: la Biblia. Por otra, la oración.
Ya os he contado que empecé a leer el Evangelio del día cada mañana. Mi marido y yo siempre desayunamos juntos, y solíamos ver el periódico en internet y comentar las noticias. Después del ritual de las noticias, empecé a leer el Evangelio del día. Al principio mi marido se burlaba abiertamente de mí, pero yo seguí a lo mío. Había días en los que la Palabra me impactaba tanto, que hacía comentarios en voz alta, y poco a poco mi marido empezó a interesarse. Fue un proceso que llevó su tiempo, hasta que un día se la leí en voz alta, y así ha seguido siendo hasta hoy. Ahora, las noticias han sido desterradas de nuestro desayuno diario, y los dos leemos juntos la Palabra y la comentamos. No os imagináis cómo cambia el día cuando lo comienzas dedicándole a Dios unos minutos, y escuchando el mensaje que tiene para ti.
La segunda clave es la oración. Yo no sabía rezar. Había rezado cuando era niña, de forma mecánica, y ahí me había quedado. Al principio me sentía ridícula, parecía que estaba hablando sola, y no sabía ni qué decir. Pero si perseveras, poco a poco verás que cada vez te sientes más a gusto, y el día que constatas que te están escuchando, alucinas.
Cuando superé esos inicios, y ya tenía claro el camino que quería seguir en mi vida, en realidad me di cuenta de que aquello no había hecho más que empezar. El camino que se inició con Alpha sigue vivo, porque se trata de un proceso de conversión que se renueva cada día. Recuerdo que mi primera confesión marcó claramente un antes y un después. Fue increíble. Siempre había criticado la confesión. Era algo que nunca había entendido y durante mucho tiempo pensé que era un instrumento más de la Iglesia para ejercer su poder. Pero aquel día sentí el amor de Dios y su misericordia, como nunca pude ni siquiera imaginar. A partir de ahí empecé a comulgar, y mi corazón se fue transformando de forma increíble.
Aparentemente, nada ha cambiado en mi vida. No me ha tocado la lotería. Sigo trabajando en el mismo polígono industrial cutre, sigo llegando cansada a casa después de estar fuera durante diez horas, después de haberme levantado a las seis de la mañana. Y al llegar a casa comienza otra jornada laboral, porque está todo por hacer. La diferencia abismal radica en que ahora soy feliz. ¿Y cómo es posible, si en apariencia todo sigue igual? Porque me he encontrado con Cristo, y con Él, todo es nuevo, y maravilloso.
Sobre mi salud, os puedo decir que no tomo ningún medicamento, como todo lo que me apetece, y puedo cenar a la hora que me parezca bien. El “incendio” que me estaba amargando la existencia ha desaparecido. En la última endoscopia quedó constancia de que mi cardias incompetente ya no lo es. Funciona perfectamente. Nadie ha podido explicarme cómo es posible que un cardias incompetente se convierta en “competente”, pero es lo que ha pasado. Me encuentro increíblemente bien, como hacía mucho tiempo que no me sentía, pese a que mis jornadas diarias siguen siendo igual de largas y agotadoras.
Con respecto a mi marido, aunque parezca increíble, también hizo el curso Alpha. El primer día tuve que acompañarlo, porque seguía con muchas dudas, y no lo tenía nada claro, pero después de ver cómo había cambiado mi vida, sus reticencias habían ido cediendo. Fue maravilloso acompañarle en su camino de conversión, aunque hubo momentos realmente difíciles, y si bien es cierto que nuestro matrimonio siempre había funcionado, y siempre nos habíamos querido muchísimo, ese camino juntos nos ha hecho profundizar en nuestro amor como nunca pensé que fuera posible. Ahora forma parte del equipo Alpha. Al recordar las broncas que teníamos cuando yo empecé mi andadura en Alpha, sólo puedo asombrarme. Pero cuando te pones en manos del Señor, todo, hasta lo más increíble, puede suceder.
He vivido casi toda mi vida como si Dios no existiera. Pensaba que yo tenía las riendas de mi vida y que no necesitaba a Dios para nada. Que Dios era un invento de los pusilánimes, que no son capaces de afrontar la vida tal y como es. Llevaba una vida cómoda, en la que no me hacía falta plantearme nada más. Sin embargo, siempre supe que me faltaba algo. En Alpha descubrí que Cristo era lo que estaba buscando sin saberlo. Pero no un Cristo teórico que era el único que yo había conocido, y que no me servía para nada, sino Cristo vivo, presente en mi vida cada día. Con Él, todo tiene sentido.
Mi experiencia Alpha fue muy intensa. Me hizo replantearme casi todo lo importante de mi vida. Pero que nadie se engañe, Alpha no es una fórmula mágica: voy al curso y ya está. No. Es un toque de atención, un instrumento que te da las claves para darle un cambio radical a tu vida. Pero tú tienes que abrir la puerta de tu vida a Cristo. Él sólo va a entrar si tú le dejas y tú eres el único que puede abrir esa puerta. Así nos creó, libres, hasta las últimas consecuencias. Tú decides.
Lo que os aseguro, es que una vez que le abres la puerta y le entregas tu corazón, todo cambia de forma radical. Cuando tomas conciencia de que eres hijo de Dios, que Dios te ama por encima de todo, que perdona todos tus fallos porque su misericordia es infinita, que te amará para siempre pase lo que pase, que tiene un plan para ti, y que tu vida es única y preciosa para Él, cuando tomas conciencia de verdad de todo esto, la vida se convierte en una aventura maravillosa. Ojalá que tú también puedas abrirle tu puerta. Piensa que si todos lo hiciéramos, el mundo sería el paraíso maravilloso que Dios creó para todos nosotros, y ése es el futuro con el que debemos soñar.
Mónica (Villanueva de la Cañada)
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