El 30 de enero empecé el día como un viernes más. No era muy consciente de que esa tarde algunos hacíamos los compromisos con la comunidad, o quizás el ajetreo de la mañana no me lo permitía.
Sólo en algunos momentos se me venía a la mente la palabra “compromiso”, pero esa mañana no había lugar ni tiempo para las reflexiones.
Como cada viernes por la tarde llegué al local, donde tenemos las asambleas. Eran casi las ocho. Allí estaban algunos hermanos preparando el altar, la comida, las sillas, la música…Además había dos hermanos de Cantabria, lo cual hizo acordarme de que había más hermanos aún, a los cuales no podía ver pero sentía muy cerca. Todos sonreían y yo todavía no era consciente de lo que iba a pasar.
Empezó la eucaristía, tres sacerdotes en el altar y una asamblea que se puso a alabar de corazón. Los que nos íbamos a comprometer estábamos justo en frente del altar y yo tenía un lugar privilegiado, pues podía ver casi todos los rostros de los allí presentes. Rostros de fiesta que expresaban las ganas de acompañarme y acompañarnos justo en ese momento.
Poco después llegó el momento de decir “Sí, me comprometo, con la gracia de Dios” y de que Antonio nos pusiera la cruz de Fe y Vida. Un momento especial en el que se me vinieron a la cabeza aquellas catequesis en los bajos de aquella parroquia, muchas personas y todo lo vivido hasta ese justo momento.
Habían p
asado unos minutos y mi mente seguía repitiendo “Sí, me comprometo con la gracia de Dios…Sí, me comprometo…Sí, Dios… Sí, me comprometo contigo Dios…” Cuando acabó la Eucaristía todos nos daban la enhorabuena, todo eran abrazos y besos. Después, comimos, como si de un banquete se tratara, todo preparado por los hermanos que cada viernes hacen ese gesto tan sencillo, pero tan grande.
Acabó la celebración. Esa noche caí rendida en la cama. Aunque ciertamente no había tenido ni un segundo para reflexionar sobre lo que suponía la palabra “compromiso” me había dado cuenta de que lo había estado experimentando toda esa noche. 
Para mí compromiso es servicio, es unión, es cercanía, alegría, pero sobre todo es una declaración de mis ganas por seguir a Cristo.
Vanesa
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