Internet, esa gran ventana al mundo desde la que puedes alcanzar prácticamente cualquier rincón del planeta. Para los cristianos y nuestro anhelo evangelizador un auténtico tesoro para transmitir el mensaje del Evangelio. Un gran altavoz para compartir las buenas noticias que nos trajo Jesús. 

Sin embargo, tras varios años de pasearme por perfiles, publicaciones, blogs o comentarios, compruebo con tristeza cómo muchos cristianos utilizan estos canales para juzgar, condenar, discutir o pelear. Todo justificado por una supuesta defensa de la fe, la Iglesia, la tradición… asumiendo un papel de jueces y guardianes de la verdad, que realmente no les corresponde. 

Desconozco cuáles son las motivaciones y la historia que hay detrás de estas personas, pero me da mucha pena observar cómo su fe les lleva a odiar y menospreciar a aquellas personas que piensan diferente a ellos. No se me ocurre un fruto más antagónico a lo que significa para mí el Evangelio. 

Desde Fe y Vida tenemos un gran anhelo y es el de conseguir que cambie la imagen que la sociedad actual tiene de la Iglesia. Esa imagen tan deteriorada hoy en día que hace que cada vez más gente nos vea a los cristianos como personas alejadas de la sociedad, siempre intentando limitar libertades y ajenos a las necesidades del resto de la sociedad. Lamentablemente esta es la realidad. La Iglesia ha dejado de ser un signo de esperanza. Un lugar al que acercarte para sentirte acogido y perdonado, donde no importa lo que hayas hecho hasta ahora ya que siempre hay un futuro de salvación. En esta vida y en la otra. Nos guste o no, sea verdad o mentira, es así cómo nos perciben desde fuera y esto es un auténtico fracaso. 

Por eso me duele tanto ver cómo muchos cristianos transmiten tanto mal rollo a través de la red. En sus comentarios, tanto en la forma como en el fondo, muestran incomprensión, menosprecio, rabia e incluso odio. Nada parecido a una buena noticia para alguien que actualmente se encuentre alejado de Dios. Así es imposible acercarse o interesarse por Jesús.

Desde que me convertí, y de eso hace ya más de 20 años, he aprendido a través de mi propia experiencia, que la auténtica esencia de Dios es el amor. Y que ese amor se traduce en mi vida en situaciones, gestos, cuidados y consuelos. Y, habiendo aprendido esto a fuerza de hacerle cada vez más hueco en mi vida, no se me ocurre que en mi relación con los demás no sean estas acciones las marquen mi forma de ser. Tanto en mis relaciones personales como en las virtuales. 

Por eso me gustaría hacer un llamamiento a todos los cristianos que se mueven por la red a que la utilicen para transmitir todo lo bueno que Dios a hecho en sus vidas, a aligerar la carga de los demás como Dios aligera la suya, a sostener a aquellos que lo necesitan y a escuchar lo que la gente tiene que decir, porque Jesús siempre escuchaba. Y, por supuesto, también quiero agradecer a tanta gente que ya lo hace, pues hay mucha también. Verdaderos modelos de cómo transparentar su fe en la naturalidad de su presencia en internet.