Id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán” (Mt 28, 10)

 

 

Esto indica Jesús a las mujeres cuando lo ven tras su Resurrección. Galilea es el lugar de la primera llamada, donde todo empezó. Esto resonaba en nuestro corazón a varios hermanos de Fe y Vida en Granada, y decidimos “ir a ese lugar de la primera llamada”, donde todo empezó para cada uno de nosotros con Jesús. Intentar recordar e ir hacia atrás por un instante para recuperar la frescura del primer encuentro con Cristo. Ese momento a partir del cual todo cambió en nuestra vida para siempre.

 

Aquí, en el núcleo de Granada, llevábamos un tiempo de desierto, de sentir un poco de sequedad en el corazón. La sensación de haber perdido la frescura y que la rutina nos estaba poniendo un techo en nuestra relación con el Señor. Necesitábamos un avivamiento. Un juntarnos para empaparnos unos a otros de la llamada que, cada uno, de forma individual, tiene en esta Comunidad que un día vimos que era el sitio elegido para poner nuestros dones al servicio del hermano, de la Iglesia…del mundo.

 

 

 

Después de verlo en oración y corroborarlo con otros miembros de la Comunidad, nos lanzamos a organizar un retiro aprovechando la festividad de la Virgen del Pilar. Pensamos en poder generar espacios para convivir con los hermanos y orar juntos. Que es lo que siempre habíamos hecho ante cualquier duda o dificultad. Han sido tres días de Eucaristía, exhortaciones, alabanzas, compartir desde el corazón, empapamiento de visión comunitaria, caminos de Emaús, confesiones, intercesión, convivencia,…

 

 

 

Tiempos de calidad con y para el Señor. Tiempos de amar al hermano, de mucha música, de desplegar alas, de abrir el corazón; de volver al desierto, sin miedo, de la mano del Señor y dejarnos seducir, de nuevo, por ese primer amor. Y una vez allí, en ese volver a “la Galilea” de cada uno, y sentirnos mirados desde la misericordia que sólo Dios puede tener con nosotros; volver a sentirnos los más amados y reelegidos por Cristo para la misión concreta de cada uno.

 

 

 

 

Hermanos, nos lanzamos a buscar “el hacha”. Sin duda la habíamos perdido…casi sin saber dónde. El hallazgo de la misma, para cada uno de nosotros, serán los frutos de este encuentro que todavía late en nuestro corazón por los momentos tan intensos vividos estos días.

 

Una certeza tenemos: sentirnos llamados por Cristo, cada uno por nuestro nombre, mirados con absoluta misericordia y amados inmensamente.

 

Ruth