Durante este año hemos hecho un plan de “visitas pastorales” a los distintos núcleos comunitarios que tenemos en España. Así que a principios del verano, Jairo y yo, en nombre de Fe y Vida, visitamos a nuestros hermanos de F&V – Madrid. Fuimos un fin de semana a ver a Iván, su esposa Merche y a la pequeña Marta. Realmente vivimos un tiempo de bendición en el que pudimos descubrir que, de alguna manera (y seguramente sin ellos darse cuenta) con la gracia de Dios, habían creado su pequeña comunidad “Fe y Vida” a su alrededor.
Llegamos a su casa, el viernes por la noche, y nos estaban esperando con una gran acogida, como siempre, ansiosos por enseñarnos aquellas realidades con las que conviven en su día a día. ¡Y con muchas ganas de que viésemos y conociésemos los proyectos y las personas con las que pasaban su tiempo! Para ello nos habían preparado un itinerario para esos días… Pasamos el sábado por la tarde con “las niñas del Hogar”, a las que tratan como si fueran de su propia familia. Más tarde, por la noche fuimos a visitar una comunidad de mercedarios que Iván y Merche conocieron en la parroquia donde participan. Dichos mercedarios a través de una fundación llamada “Merced migraciones” conviven en una casa con inmigrantes sin papeles. Nos invitaron a una cena marroquí riquísima hecha por uno de los chicos de la casa.
La verdad es que nos sentimos muy a gusto: nos acogieron como a dos más. El domingo por la mañana fuimos a misa a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, una Iglesia con una arquitectura muy original, ya que es como un sombrero mejicano. Nos encanto lo que allí vimos: la comunidad que celebraba la eucaristía junta, con sus cantos, con algunos rituales que les dan una identidad propia y la homilía del sacerdote clara y cercana. Después de comer, vuelta a casa.
Pude percibir en Iván y Merche ese “run-run” que nos une, que nos llena el corazón y la cabeza a muchos de nosotros, eso que nos hace estar juntos: la necesidad de la vida en Comunidad en nuestras vidas, como parte de nuestro ADN. Nosotros sentimos que la vivencia de la fe en comunidad es aquella que nos salva. Y eso pude ver en ellos… Puede que allí físicamente, no estemos nosotros, pero ellos han buscado su lugar, han hecho un núcleo genuino de esta comunidad. Para nosotros es importante el convivir con otras realidades. Siempre se nos ha enseñando a no tener miedo a relacionarnos con otros hermanos, con otras comunidades; que eso enriquece nuestra vida, la de nuestra propia comunidad y la de la Iglesia. En Madrid encontré dicha búsqueda en estos hermanos, que no sólo se relacionan con esta comunidad de mercedarios. Lo hacen también, una vez al mes, con nuestros amigos de la Koinonia Giovanni Battista a quienes agradecemos esa acogida y ese acompañar a Merche e Iván en su camino en Madrid.
Este ha sido un año muy duro para ellos, pero han sabido aferrarse a su fe, al amor que se tienen, han sido fieles al Señor, y el Señor les lleva por sus caminos…. Para mí cada uno de los momentos vividos juntos han sido instantes de alegría, de entusiasmo. Momentos de ver como el carisma de la comunidad se difunde, se hace palpable en mis hermanos. Como a pesar de los kilómetros que nos separan, viven y hacen las cosas como si estuviesen con nosotros, impregnando todo lo que tocan de aquello que forma Fe y Vida, viviendo en la práctica lo que dice nuestra lectura fundacional de Isaías 61: acompañando, consolando, acogiendo, escuchando, uniendo, compartiendo…
Titulo este articulo “Nuestros héroes” porque creo que lo son. Pero no sólo me refiero a Iván y Merche sino todos aquellos que viven fuera de Cantabria, a mis hermanos de Salamanca, de Reus, de Zaragoza… y todos aquellos que están por venir… Aquellos que aunque su cotidianidad esté a cientos de kilómetros del núcleo más grande, en estos momentos (donde yo me encuentro), su distancia es de espacio y no de corazón. Porque al visitarlos, en cuanto llegas a sus casas te parece estar en la tuya. Les doy las gracias por su fidelidad, por su trabajo: sé que no es fácil, pero ellos sobreviven como miembros de este cuerpo, viven como verdaderos héroes. Héroes no de los que nunca fallan, sino de los que, cuando se caen, se levantan y siguen adelante.
Sonia
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