Del 28 de abril al 1 de mayo se celebró en Siquem el primer encuentro de miembros de la familia de Fe y Vida. Me gustaría compartir con vosotros algunas de las impresiones de aquellos días. Formo parte de la familia de F&V desde este curso 2022-2023. Participar en el campus de discipulado el pasado mes de agosto fue clave para mí. Sin ese paso previo no se entendería mi presencia en el encuentro de familias.

Si tuviera que resumir el fin de semana en una palabra diría que esta es relación, relación con el Señor y relación con quienes la comunidad pone a tu lado. La referencia al Señor fue constante durante el encuentro: meditación bíblica el sábado por la tarde, las oraciones de la mañana y de la noche y la eucaristía del domingo. Hay un empeño constante por poner a Dios en el centro, por hacer de Él el protagonista, el centro de la comunidad y se invita a quienes nos acercamos a que hagamos lo mismo, a que crezcamos en nuestra relación con Él.

La otra cara de esa relación son personas, en este caso las que giran en torno a la órbita de la familia de F&V. La acogida fue, sin duda, uno de los regalos que nos hicieron durante el fin de semana. Cuando me paro a pensar en la cantidad de personas que hubo alrededor de los que estábamos convocados al encuentro no puedo más que sentir un profundo agradecimiento. Me refiero a ese pequeño ejército que organizó todo: las comidas, con todo el trabajo que hay por detrás de compras y preparación, las oraciones, con música en directo tanto a la mañana como a la noche, los momentos de revisión al finalizar el día, la posibilidad de disponer de tiempos para el diálogo personal… Basta con detenerse un poco para caer en la cuenta de lo mucho que hay que agradecer.

Una de las cosas que más me sorprendió de la relación con otros miembros de la familia de F&V fue lo variopintos que éramos. Variopintos en edades, biografías, relación con la fe y la Iglesia y nacionalidades incluso. Josué repitió varias veces, durante su charla del domingo por la tarde, una misma palabra: naturalidad. La utilizó para referirse a cómo debe ser la relación entre los miembros de la familia de F&V y de los comprometidos. Se ve que una clara señal de la naturalidad vivida y practicada es su capacidad para conectar a personas de lo más diverso. También remarcó esta misma idea durante su intervención: la de que una de las señales de la comunidad es la de dar cabida a toda clase de personas.

El regreso a casa el primero de mayo me dejó cierta sed y, por qué no decirlo, también algo de vértigo. Son dos sensaciones siempre presentes en mí cada vez que he tenido contacto con F&V. Sed por la partida, por dejar de estar con personas que te muestran con sencillez y naturalidad (gran palabra) respecto a lo que viven, tratando de hacer su entorno más «conocedor de Dios». Quizá en lugar de «sed» debería decir «ganas de más». Y vértigo porque F&V va de cuánto ensanchemos (abramos) el corazón a Dios y a los demás. Eso a veces duele. Otras es más difícil, pero, desde luego, hace siempre la vida más plena.

Jose