Llegaban Luis y Marisol un viernes, contando que por Cantabria hacía frío y llovía. ¡Aquí estábamos a unos 35º! Pero se adaptaron fenomenal: una cervecita, un granizado… ¡Qué menos después de tan largo viaje! Agradecemos el esfuerzo y el cariño.

Leía, no hace mucho tiempo, en el libro “Vida en Comunidad” de Dietrich Bonhoeffer lo siguiente: … “la presencia sensible de los hermanos es para el cristiano fuente incomparable de alegría y consuelo…” Un poco más adelante nos dice el mismo autor: “La medida en que Dios concede el don de la comunidad visible varía. Una visita, una oración, un gesto de bendición, una simple carta, es suficiente para dar al cristiano aislado la certeza de que nunca está solo”.

 

Estas palabras las vivimos nosotros en primera persona, os lo podemos asegurar. Se hacen realidad cada día de nuestra vida. Este último fin de semana, la visita de Luis y Marisol ha constituido un auténtico regalo. No sólo venían ellos dos: era la misma Fe y Vida quien venía a visitarnos. Para nosotros, su llegada, con sus palabras y sus gestos, ha sido fuente de alegría y sobre todo de consuelo. Cuando llevas un gran peso, o la vida te golpea, el hecho de tener hermanos en los que apoyarte, en los que descargar tu rabia y tu frustración, representa un verdadero consuelo. Nosotros tenemos la certeza de que no estamos solos, sabemos Quién nos tiene cogidos de la mano a través de nuestra comunidad.

 

La presencia de Luis y Marisol, sus consejos, y, por qué no también, sus palabras reveladoras de donde estás fallando y de cuáles son tus errores… Sí, porque también “te echan la bronca”, y ¡bendita “bronca”! ya que, cuando tú estás cegado por tus ideas, por tu manera personal de hacer las cosas, es muy bueno admitir otros puntos de vista imparciales, más objetivos y esclarecedores, con los que poder confrontar el criterio propio.

 

Al principio, e incluso un poco más adelante, cuesta verlo (¡para que nos vamos a engañar!). Pero entonces Dios te susurra al oído: “obediencia”, “obediencia”, y, de repente, todo cambia de perspectiva: no se trata ya de ver quién tiene más razón o menos, sino discernir de dónde vienen en realidad esas palabras. ¿Son sólo las opiniones propias de unos hermanos, o es, por el contrario, el Señor que nos habla a través de ellas? ¿A que la perspectiva es distinta? Sí, el primer servicio que uno debe a otro dentro de la comunidad consiste en escucharlo. Y, así como el comienzo de nuestro amor por Dios consiste en prestar oídos a su voz, así también el inicio del amor al prójimo consiste en atender a lo que nos dice. El que es incapaz de comunicarse con sus hermanos, pronto será incapaz de hacerlo con Dios. Lo mejor es que, entre sus hijos, pueda darse esa libertad de hablar, sin herir y construyendo.

 

Os queremos un montón, nos ayudáis a crecer desde nuestro particular Getsemaní.

 

Un beso muy fuerte. Que el Señor os bendiga.

José Antonio Valiente