Y llegó la Covid 19…. y nos tocó adaptarnos a una nueva forma de relacionarnos a todos los niveles. A cada una de las personas que estéis leyendo este escrito os estarán viniendo recuerdos e imágenes de aquellos tiempos no tan lejanos. Muchas de esas nuevas formas y adaptaciones ya las hemos dejado atrás, pero muchas otras no.
Y llegó la Asamblea online…. y la celebramos. El lugar de encuentro, de oración comunitaria de muchos de los núcleos de la comunidad, pasó de la presencialidad a la virtualidad y facilitó eso que tantas veces hemos leído y experimentado, “Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mt 18, 20
Y llegó el Zoom… y nos tocó acogerlo, ¿cómo? Pues para muchas personas ya era una aplicación de comunicación, pero para otras… “ni idea”.
Dos años y medio después, poco a poco todo ha vuelto a lo que antes conocíamos, la presencialidad, de nuevo, ya es una realidad.
¿Y qué es lo bueno de todo ello? Pues que hay algunas adaptaciones que permanecen y nos ayudan a vivir nuestra fe en comunidad a pesar de la distancia. Hermanos y hermanas que hasta los tiempos de la Covid estaban viviendo su fe en solitario, en diferentes lugares de España y del mundo, disponen semana tras semana de un espacio de oración comunitaria, de enseñanza y de compartir.
A través de las Asambleas online se nos descubrió lo que es Fe y Vida, llevar la vida a la fe y que la fe impregne nuestras vidas. Ahí donde estás, con tus circunstancias y en tu realidad, puedes celebrar tu fe y orar con otras personas.
El Zoom ha sido la aplicación escogida para poder compartir aquello que mueve nuestros corazones y reconocer que a pesar de la distancia que nos separa, vivimos un mismo Dios con un mismo “sentir”.
Al principio empezamos a conectarnos al Zoom con cierta incredulidad e indiferencia, es una aplicación de comunicación pero en todo este tiempo ha pasado a ser una herramienta de evangelización y de acogida.
A través de ella hemos podido extender nuestro carisma, llevándolo a otros lugares de España y del mundo. Viernes tras viernes se convierte en un espacio donde acoger al hermano. La virtualidad no impide que, los que llevamos ya un tiempo conectándonos, podamos compartir aquello que nos preocupa de nuestra vida de fe y lo que nos ha sucedido en toda la semana. Y a los que se conectan por primera vez se les da la bienvenida invitándoles a compartir con libertad o a escuchar, si así lo prefieren, el compartir de las personas que entran en la aplicación después de haber participado de la asamblea online y haber escuchado la enseñanza.
A pesar de la tecnología y de la distancia se consigue crear un clima de familiaridad y vivencia comunitaria, que si no tienes un núcleo de la comunidad cerca, te permite estar en comunión con los demás y te ofrece la oportunidad de poder hablar de cómo Fe y Vida es un instrumento del Señor para poder vivir nuestra fe en el día a día.
Invito a aquellos que nunca han hecho experiencia de conexión al Zoom a que se animen a hacerlo, que lo contemplen como un espacio donde poder ser instrumento de Dios con otros. Tenemos un tesoro que Dios nos ha regalado y viernes tras viernes se nos ofrece la posibilidad de compartirlo con otros.
“Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mt 5, 14-16
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