Ha querido el destino que esta semana me tocara a mí escribir el artículo para el blog. Me propusieron un tema, pero era una semana demasiado importante para mí, y correspondía centrarse en otras cosas. Tocaba pararse y mirar. Echar un vistazo alrededor, hacia atrás y hacia adelante, hacia el pasado y hacia el futuro. Era momento de evaluar, de planear, de desear.

Una semana intensa

El sábado pasado, hice el compromiso de por vida con Fe y Vida. El jueves, el día que saldrá este artículo en el blog, cumpliré 50 años. Uno puede pensar que llamar “de por vida” a un compromiso hecho con medio siglo de edad tiene un poco de trampa, y quizás sea un poco así. Pero es lo que hay. Y saber y aceptar que lo que hay es lo que hay es una de las grandes cosas que me ha enseñado la vida. “Vivir en tu verdad”, en palabras feyvidianas.

A mis cincuenta años puedo decir que he vivido muchas cosas, y que, probablemente, también me queden muchas por vivir. Algo que tengo claro es que no quiero perder la frescura y la creatividad. Quiero que mi vida siga dando lugar a cosas un poco locas e imprevisibles. Puede ser divertido y fecundo al mismo tiempo. Implica equivocarse a veces y hacer el ridículo en ocasiones, pero abre un campo impresionante.        Hoy pensaba en cómo expresar lo que es Fe y Vida, lo que significa un compromiso de por vida, lo agradecido que estoy a lo que he vivido hasta ahora y lo ilusionado que estoy ante lo que me queda. Mi primer impulso fue hacerlo a ritmo de rap. Después, creo que bien aconsejado, he cambiado de opinión.

Cruce de caminos

De alguna forma veo mi compromiso como el cruce de dos caminos. Los dos inscritos en el plan de Dios desde la eternidad. Como es evidente, no voy a contar la historia desde el principio. Por el lado de la comunidad podemos fijarnos en el día en el que Josué, el fundador de la comunidad, con quince años, salió de su casa a enviar una carta y se encontró con un amigo que le presentó a otro chico. El otro chico le habló de Dios y le invitó a conocer su grupo de oración. Josué descubrió un grupo de personas diferente, entre los que se vivía algo grande y distinto a lo que él había visto anteriormente. Eran al mismo tiempo un grupo de jóvenes con un comportamiento muy natural.

Con el tiempo fue profundizado cada vez más en su vida de fe y en su relación con Dios. Cuando yo lo conocí, por medio de mi mujer, Adela, ya habían pasado muchos años desde el episodio que acabo de contar. Josué había desarrollado toda una visión sobre la Iglesia, la comunidad y la fe. Una visión fuertemente cimentada en Dios.        Durante su camino había hecho algunas convivencias con sus alumnos de religión, en las cuales el Espíritu se había manifestado de una forma muy fuerte. Se formó un grupo de jóvenes a partir de estas convivencias y el obispo le encargó que siguiera con ellos y los cuidara.

Después de muchas horas pasadas con esos jóvenes, él y su mujer Anabel, y de muchas lecturas, visitas a comunidades de varios países, estudio y oración, surgió Fe y Vida.

Evasión o victoria

Por mi lado, podemos tomar como partes importantes del camino un despertar muy fuerte a la fe en la adolescencia y la posterior entrada en el seminario, en el que estuve durante tres años. El tiempo posterior a la salida del seminario fue un tiempo de huida de Dios, buscando hacer mi nueva vida con una libertad recién descubierta y todo el tiempo por delante. Pero también fue un tiempo de búsqueda de sentido y de trascendencia ante el vacío que había quedado en mí.

Me casé en el 2001 y mi mujer, Adela, y yo tuvimos cinco hijos. A partir de ese momento tuve un acercamiento a la fe, aunque siempre a medio gas.

En el año 2013 mi mujer asistió a un evento que organizaba Fe y Vida en Valladolid, el ENE (Encuentro Nueva Evangelización). Fue un verdadero shock para ella. Conoció una parte de la Iglesia muy distinta a la que había visto hasta entonces. Manos levantadas, alabanzas, relación ecuménica real con los hermanos evangélicos, una música diferente y, al mismo tiempo, un sentimiento de pertenencia y fidelidad a la Iglesia absolutamente claro.

Ella supo en el momento que había llegado a su sitio, a su casa. Yo tardé algo más. Pero cuanto más conozco la visión de Fe y Vida más cuenta me doy de su importancia y su especificidad. Y más a gusto me encuentro en ese punto medio entre dos extremos en el que la comunidad se sitúa. Siendo fiel al mismo tiempo que creativa.

A día de hoy

Es el sitio a donde he llegado, en el que estoy cómodo y, lo más importante, en el que Dios me ha puesto. Sueño con que un día nos demos cuenta por fin de lo importante que es la visión que tenemos entre manos, que Dios nos ha encomendado, y trabajemos juntos hacia el objetivo. Porque cuando un grupo de personas está firmemente convencido de cuál es su objetivo y se esfuerza conjuntamente en acercarse a Él, pasan cosas grandes. Y si es de Dios, se llegan a límites inimaginables. En ese cometido estamos, de por vida.

No quiero terminar sin aportar mi intento de rap. Así que ahí lo dejo.

A ritmo de rap

Josué Fonseca,
era un tío molón,
salió al buzón,
se cruzó su salvación.

El colega de un colega,
le habló de Dios.
Así sin más,
así de sopetón.

Le dijo que fuera,
que no lo podía dejar.
Con un grupo tela de raro
él fue a parar.

Esa gente tenía algo.
Tenía algo esa gente.
Empezó un viaje,
vivió una transformación.

Conoció a más peña,
leyó un montón,
hizo introspección
y habló con Dios.

A un grupo de sus alumnos
se llevó de convivencia.
Sin comerlo ni beberlo
el Espíritu llegó,
el Espíritu llenó.

¿Y qué hago yo con ellos?
Él se preguntó.
Y el obispo le encargó
que con ellos él siguiera.

Esta gente tenía algo.
Tenía algo esta gente.

Con el tiempo Josué
muchas cosas descubrió,
entrevió, vislumbró, distinguió.

Dios le dio una visión.
Isaías 61 le iluminó.

A la gente hay que acoger,
ayudarlos a crecer,
la noticia hay que expandir,
el lenguaje traducir,
a los hermanos reunir,
la tradición valorar,
las ideas aclarar.

La fe con la vida va.
Ni sueltas
ni por su cuenta.
Si las vives separás
no te has enterao de na.

Yo era un cuarentón
que pasaba por allí.
A Dios yendo
y de Él huyendo.

Esa era mi secuencia.
No puedo vivir sin ti
pero contigo tampoco.

Te saludo por aquí
y me escapo por allí.
Me casé con la Adela
y al cabo de los años
ella fue a Valladolid.

“Vaya gente tela de rara
que acabo de conocer”
Que si levanto las manos,
que si la guitarra eléctrica,
que si pantalones cortos,
que si hablo a protestantes.

Pero Carlos, pero Carlos.
Esta gente tiene algo.
Tiene algo esta gente.

Los quiero conocer más,
yo quiero estar allí.
Los tienes que conocer.
Y poquito a poquito
los fui conociendo yo.

Esto es lo que buscaba,
esta mezcla equilibrada,
este grupo, esta hermandad,
apertura y novedad,
y también fidelidad.

Con 50 años ya
el resto quiero yo dar,
para todo encaminar,
con personas como yo,
siguiendo el plan de Dios.

Atiende a lo que te digo,
escucha lo que te explico.
Esta gente tiene algo.
Algo tiene esta gente.

Acabo de hacer la última revisión a este artículo, si se le puede llamar así. En breves minutos cumpliré cincuenta años. No sé si ya he vivido lo mejor de mi vida, aunque sospecho que todavía me esperan cosas maravillosas. Pero tengo claro que lo que me queda lo quiero vivir dentro de esta comunidad y siguiendo el plan que Dios tiene para mí y mi familia, para Fe y Vida y para el mundo.