¿Por que hay tantas “cosas” en lo que se refiere a Dios o que podríamos estar de acuerdo en que “Jesús nos llama a ellas”? Por ejemplo: hay que rezar, no hay que pecar, hay que ir a misa, hay que leer la Biblia, hay que ayudar a los pobres, hay que amar al hermano, hay que servir a la Iglesia, hay que perdonar, hay que encontrar la misión de cada uno y hacerla….
Y la pregunta que me gustaría intentar responder es ¿Pero todo eso a la vez? ¿Hay alguna forma de priorizar u ordenar todas esas cosas?
Hay una frase que he oído citar tanto en el mundo secular como en el cristiano: Lo importante es saber qué es lo importante.
Así que, voy a intentar, fruto de mi mente “de ingeniero” transmitir cómo, a mi modo de ver, debemos enfocar nuestra relación con Jesús de forma que lo importante sea lo importante.
Jesús nos llama a estar con Él.
Es lo primero a lo que nos llama Jesús. Cuando Jesús le decía a alguien “sígueme”, lo primero que quería era que esa persona compartiera tiempo con Él, disfrutara de su presencia, estuviera cómodo en su presencia, se conocieran mutuamente… Creo que hoy en día también es lo primero que quiere: intimidad con cada uno. A través fundamentalmente de la oración personal, tanto ese rato “solo para eso” como el diálogo constante a lo largo del día.
Nos llama a estar y estar bien con Él. Por eso, en este punto, es importante que si hay algo que está enturbiando la relación, hay que pedir perdón (la confesión es útil para esto).
Creo que es importante también resaltar que Jesús también nos llama estar con Él en comunidad. Cuando Jesús llamó a la gente, el compromiso era estar con Él pero también con otras muchas personas algunas de las cuales no se llevaban bien entre ellas. Era parte del pack de estar con Él. Estar con Él implicaba estar con otras muchas personas a las que había que empezar a ver como hermanos. “Yo es que me encuentro con Él yo solo…” Pues lo siento los que penséis así, pero en el evangelio no es la dinámica general que encontramos (solo se me ocurre como contraejemplo el encuentro con Nicodemo).
Por esto creo que es importante que en toda comunidad cristiana siempre busquemos un rato de oración común en nuestras reuniones, para estar con Él, ¿Con qué objetivo? Ninguno, estar con Él es ya un objetivo, es un fin en sí mismo.
Ojo, estar es estar, no “sentir que se está”, no “que haya un diálogo fructífero”. Cuando estás y estás bien con alguien, a veces hablas, a veces escuchas y a veces simplemente estás. El objetivo no es salir consolado (aunque muchas veces sales consolado), el objetivo no es salir del encuentro con Jesús con nuevas fuerzas (aunque muchas veces pasará), el objetivo no es obtener una guía clara sobre una decisión (aunque a veces pasará…). Si te “llevas” por añadidura todas esas cosas, estupendo, eso que te llevas. Pero el objetivo es estar.
Jesús nos llama a ser como Él.
Cuando tú estás mucho con alguien, te influye su forma de ser. Cuando tú estás con Dios, estás bien con Dios, y aprecias su presencia, lo que va pasando es que te vas haciendo más como él. Esto a veces pasa de forma “natural” pero otras muchas veces hay que perseguirlo, priorizarlo.
De alguna forma, Jesús nos mostró el máximo a lo que puede llegar el ser humano, en lo que realmente importa: en compasión, en entrega, en perdón… desde entonces tenemos el baremo de “bondad” muy alto. Algunos por familia, por historia lo tienen más fácil, otros más difícil, pero yo creo que Jesús nos pide a todos que mejoremos y, mientras estás vivo, hay margen de mejora. Dios nos quiere como somos, pero nos quiere tanto que no quiere dejarnos como somos. ¿POR QUE? Porque solo amando como Él podemos dar un testimonio creíble y porque en ello también está nuestro gozo, nuestra felicidad: “si permanecéis en mi y guardáis mis mandamientos mi gozo estará en vosotros”. También porque como nos llama a vivir la fe en comunidad, si nos vamos haciendo como Él, somos sus manos con las que abrazamos a la gente y somos el rostro visible de Dios para otros.
Hay gente que piensa que crecer espiritualmente es solo desarrollar una gran intimidad con Dios y practicar mucho “estar con Él” y creo que es un enfoque tremendamente incompleto: Crecer espiritualmente es estar cada vez más con Jesús y cada vez mejor con Jesús, pero si no vas cambiando, tu oración no es real: Si rezas mucho pero no amas más, algo está fallando.
Jesús nos llama, en este sentido, a producir los FRUTOS DEL ESPIRITU en nuestra forma de actuar:
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos.
Gálatas 5, 22
Si somos sinceros, tenemos un montón de actitudes egoístas, de querer dominar, de ser el centro, de quedar bien, de acumular sin pensar en consecuencias, del deseo sexual (desordenado), de utilizar a la gente… Y son todas esas cosas en las que debemos permitirle a Jesús que nos vaya cambiando y que nos vaya haciendo como Él.
Ser como Jesús implica también creernos de verdad que Dios nos quiere, que nuestra vida está en sus manos y que no podemos añadir ni un día de vida por mucho que nos preocupemos. Si viviéramos así nos relajaríamos, iríamos por la vida tranquilos:
- Que alguien me ofende… pues ya se dará cuenta y si no, Dios me quiere y eso es suficiente.
- Que alguien habla mal de mí… pues el Señor sabe la verdad y la gente que quiera saber realmente la verdad me preguntará o me creerá cuando lo digo.
- Que alguien queda por encima de mí… pues bien por él, Dios me quiere igual. No tengo nada que demostrar.
- Que fracaso… Dios me sigue queriendo.
- Que peco… Dios me sigue queriendo.
Si fuéramos como Jesús, tendríamos claro que no tenemos que hacer nada para ganarnos el amor de Dios. De hecho, no tenemos que hacer nada para ganarnos el amor de Nadie, si te tienes que ganar el amor de alguien esa persona no es como Jesús, no ama como Jesús.
Por eso la comunidad es esencial, porque en la comunidad cristiana se te quiere por quien eres, no por lo que haces. A veces no transmitimos esto bien, pero así debe ser y debemos convertirnos si no lo hacemos. Ojo, se te quiere como eres, pero igual que Jesús, se te pide que mejores.
Quizá la pregunta que nos deberíamos hacer en este sentido sería: ¿Cómo puedo acercarme más a ser como Jesús? ¿Cómo puedo amar mejor a la gente? ¿Cómo puedo tener más compasión, más paciencia, menos juicio, más aceptación, más disponibilidad para ayudar…? ¿Cómo tener más de su mansedumbre? ¿Cómo aceptar cualquier servicio? (lavar los pies…)
Por último, en este punto me gustaría resaltar que Jesús también era estratégico, enérgico, claro, valiente, decía la verdad, confrontaba por el bien de la gente, era un gran argumentador… Lo digo porque a veces cuando hablamos de ser como Jesús parece que solo nos referimos a las actitudes de ser “blandito”, “buenecito”, “alguien adorable que a nadie incomoda”. Pero no, a Jesús le preocupaba el bien real de la gente y no le importaba si lo que decía no gustaba.
Jesús nos llama a hacer lo que Él hace
Si estamos con Él, estamos bien con Él, y somos como Él, de forma natural, al amar como Él y al disfrutar de Él, queremos compartirlo, porque nos damos cuenta que estar con Él es lo mejor que tenemos y que ser como Él es la mejor versión que podemos ser y ser bueno implica querer que los demás también crezcan, mejoren, conozcan este tesoro… Por eso, Jesús nos llama a hacer su obra. Los cristianos estamos llamados a la misma obra que el fundador de nuestra religión: anunciar y hacer real el reino de Dios. Cada uno de una forma, no todos tienen que ser misioneros (una pena, porque yo creo que es la mejor vocación que hay… 😉) pero cada uno puede construir el reino de Dios: con su tiempo, con sus dones, con sus recursos materiales, económicos, con su trabajo, con su lucha por la justicia.
Especialmente nos llama Jesús a hacer discípulos: ser discípulos (estar y ser) y hacer discípulos. Y eso se hace invitando a gente a venir a nuestras asambleas, invitando a la gente a venir a la pascua, invitando a gente a Alpha, hablando con tus amigos de Dios, explicándoles por qué crees en Jesús…
Y también nos llama a amar a los pobres, a luchar por la justicia social, por la paz…
En fin, son muchas cosas a las que nos llama Jesús, pero creo que estos escalones ayudan a priorizar cómo debemos centrar nuestra fe. No son escalones “de orden”, quiero decir, no hace falta haber subido totalmente uno para subir el siguiente. Son más bien una imagen mental de cómo debemos construir nuestra fe, desde dentro hacia afuera. En un post próximo, si Dios quiere, comentaré las consecuencias de desordenar estos escalones y ejemplos de ello. Espero que os sirva.
¡Hasta la próxima!
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