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Cuando te proponen escribir sobre el relevo generacional es, o bien porque eres una persona experta en el tema, o porque has llegado a una edad en la que la experiencia te da cierta autoridad para hablar sobre ello. En mi caso me da a mí que es más por la segunda causa que por la primera.
Voy a hablar del relevo generacional en la comunidad, en la cual llevo más de 20 años. En todo este periodo he podido experimentar como nuestra comunidad ha nacido, ha crecido y parece que va siendo el momento de ese relevo generacional. Eso no quiere decir que vaya a haber personas que por su edad se vayan a retirar de la comunidad y vayan a dar paso a que otras ocupen su lugar. Sino que el tiempo que pasamos con el Señor y el tiempo vivido hace que continuamente estemos interactuando con nuestra realidad, y esta sí que va variando con la edad. Conforme van pasando los años van surgiendo nuevas necesidades y nuevas realidades a las que hay que ir dando respuesta.
Pero ¿qué pasa con lo que hasta ahora se estaba haciendo? Pues en muchos de los casos se tendrá que seguir con lo que hasta el momento se estaba llevando a cabo y es ahí dónde surge la necesidad de que nuevas personas se añadan a la misión y puedan coger el relevo, pero eso no implica que sea un relevo generacional.
Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
2 Timoteo 2, 2
Pero sí que hay actividades y funciones en la comunidad que se ven favorecidas por cierta franja de edad, y son las que en la comunidad llamamos “actividades para jóvenes”, actividades dirigidas a personas de entre 15 y 25 años. Es bueno y conveniente que estas actividades sean asumidas por personas maduras en la fe pero con poca diferencia de edad respecto a las personas participantes.
Para estas situaciones va muy bien tener una comunidad de nuestras características, donde personas de diferentes edades y realidades personales y de vida comparten su cotidianeidad, su vida de fe, sus sueños y sus difiicultades en el Señor. Ello favorece que la fe que uno vive y la experiencia del Señor se pueda transmitir a otros y estos a su vez lo puedan hacer con otros y así sucesivamente.
Y es lo que he podido experimentar en las últimas actividades para jóvenes en las que he podido participar. El tiempo pasa y observas cómo los más jóvenes que yo, con los que compartes momentos divertidos, son capaces de asumir responsabilidades y de preparar y mentorear a otros, organizando un IMPACTO, una PASCUA, etc. Y eso solo puede ser fruto del Espíritu Santo y de optar por lo que el Señor les tiene preparado para sus vidas, es misión de la comunidad el evangelizar y acompañar a otros para que puedan descubrirlo.
Mejor dos que uno, pues obtienen mayor recompensa en sus fatigas. Porque, si caen, uno levantará al otro. Pero, ¡ay si uno cae sin tener a nadie que lo levante!
Eclesiastés 4:9-10
Doy gracias a Dios por todos los jóvenes (por los que no lo son también) que en la actualidad están sirviendo en la comunidad en los diferentes ministerios y núcleos. Y también gracias por las personas que están a su lado haciendo posible que ese traspaso se dé de forma natural, trabajando en equipo.
En todo este tiempo de existencia comunitaria hemos podido comprobar que ocupándonos y preocupándonos por el otro se favorece que el aprender y el asumir nuevas responsabilidades se dé de forma natural, sin tener la necesidad de establecer planes o estrategias de relevo. Y sobre todo que el Señor hace las cosas cuando quiere y cómo quiere, nosotros tenemos que ponernos a su disposición y estar atentos a todo aquello que nos tenga que revelar.
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