Después de mi salto de fe, y habiendo transcurrido unos meses desde que terminé la escuela de discipulado, creo que me puedo sentar a contaros un poco sobre mi experiencia.
Si os estáis preguntando en qué consiste una Escuela de Discipulado os lo puedo resumir rápidamente en cuatro puntos:
- Formación.
- Relación con Dios.
- Convivencia con hermanos.
- Crecimiento personal.
Estos son los cuatro elementos que más destacaría de mi paso por la escuela.
Durante estos meses he estado aprendiendo sobre varios temas, pero me gustaría hablaros principalmente de uno: el plan de formación 102. Y os he de confesar… ¡que era una ignorante!. No es ninguna sorpresa, porque era algo que yo ya sabía sobre mí misma, pero haber invertido un año sumergiéndome en temas teologales me ha resultado de lo más interesante, y no os engañaría si os dijese que ha sido de mi parte favorita. Creo que todos, como cristianos, deberíamos tener una base y conocer nuestra religión, de dónde venimos, por qué somos como somos. Esta parte también estaba abierta a más hermanos de mi comunidad y haber podido compartir junto a ellos, escucharlos y conocer la diversidad que abunda en nuestra comunidad me hizo enamorarme aún más de esta, porque no todos somos iguales ni pensamos lo mismo y creo que esa es una riqueza que deberíamos seguir cuidando.
Por otro lado, vivir en una burbuja en la que te pasas el día rezando, leyendo la biblia o hablando de Dios te da pie a afianzar una relación con el Señor. Llevaba unos meses dándole vueltas al tema de cómo escuchar la voz de Dios, y cuál sería su voluntad para mí vida. Sé que tengo 23 años y una larga vida por delante, pero necesitaba saber que me estaba pidiendo el Señor en este momento de mi vida. Recé, recé, recé… y no escuché nada. Pero no por ello me desanimaba, el Señor seguía teniendo un plan para mí, me ponía hermanos en el camino para recordarme esto que me llenaron de palabras en momentos en los que yo necesitaba escucharlo. Después de muchos meses, el Señor me hablo alto y claro y resulta que no era lo que quería escuchar. Pero sí, terminé la Escuela de Discipulado teniendo una misión en la que estoy trabajando y de la que espero poder contaros más adelante.
Pero si hay otra cosa que destacaría sin dudarlo de mi experiencia en la escuela, es la convivencia con mis hermanos en Siquem ¡Menudo descubrimiento!
Iba con algo de miedo ya que yo suelo ser bastante independiente: aprecio mis cosas y espacios y no sabía cómo iba a resultar el vivir con personas que yo no había elegido. Os mentíria si digo que no echo de menos el momento cenas todos juntos, los sabados de peliculas y hamburguesas y muchas, muchas, muchas risas que hemos compartido a lo largo del curso. La adaptación fue dificil, claro que sí, pero sin duda cada día que pasaba me iba sintiendo más como en casa e iba creando vínculos más estrechos con los que allí vivíamos. ¡Es una gozada saber que aunque se te olvide recoger tus cosas te van a seguir queriendo igual!
Puede que este año la experiencia no haya sido como yo la esperaba, que algunas cosas me gustasen más o menos… pero haberme detenido durante un año en un mundo que no deja de girar cada vez más y más rápido, y haberlo invertido en Dios y en mí misma, es un regalo del cual estoy muy agradecida y que le recomendaría a cualquier persona joven. No os dejéis llevar por la sociedad, si vamos a contracorriente que sea de verdad y sin miedos.
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