El fin de semana pasado un grupo de jóvenes de Cantabria fuimos a ver un concierto que ofrecía el grupo Hakuna en Santander. Hakuna es una Asociación de fieles que está creciendo bastante entre los jóvenes de Cantabria en estos últimos años.

El grupo de jóvenes de Fe y Vida hemos asistido a algunas de sus adoraciones en la catedral de Santander antes de que surgiera la pandemia y tuvimos la suerte de que un par de sus miembros nos hicieran una visita a la casa de la comunidad. En esta última visita rezamos juntos en la capilla de Siquem y, como ya habíamos empezado el proyecto de la Escuela de Discipulado, conocieron cuál era nuestra realidad comunitaria al momento.

Unos de los chicos que forma parte de este movimiento una vez nos contó que como cristianos necesitamos conocernos unos a otros y compartir experiencias porque somos muy pocos y hay gente que siente mucha soledad en este aspecto, algo con lo que estoy muy de acuerdo.

Otro de los aspectos positivos que encontramos es que comparten con nuestra comunidad su afán por expresarse a través de la música. Estos se reúnen para rezar una vez a la semana en lo que ellos llaman la Hora Santa y aunque a nosotros nos pueda chocar que no les exija un compromiso, como ellos dicen acerca de ser miembro de Hakuna, es un camino que con libertad uno emprende y puede abandonar cuando considere. Y si te preguntas si la experiencia no se les puede quedar corta con tan solo quedadas para orar ante el Santísimo te lo responden ellos mismos en su página web: en Hakuna ofrecemos muchos medios de formación, sería un error pensar que son solo Horas Santas. Incluye charlas semanales, revolcaderos bisemanales con formación doctrinal, lectura teológico-espiritual, etc. Aunque, como es evidente, depende de la libertad de cada uno implicarse más o menos.

Fue por la curiosidad que esta nos produce y por el interés de conocer más movimientos dentro de la Iglesia que decidimos ir a este concierto que organizaban en Santander dedicado a los jóvenes. El sitio tenía alrededor de doscientas personas, un tercio de esta eran jóvenes y el resto incluía también personas adultas con niños pequeños que parecían los familiares de los primeros, que encontramos subidos al escenario dispuestos a cantar las canciones compuestas por el grupo Hakuna nacional. Entre canción y canción los cantantes hacían una propuesta acerca de la vida cristiana, no siempre desde una vivencia del intérprete, sino a modo de reflexión.

Echamos a faltar, lo único, que al inicio o la despedida del concierto en Santander alguien se acercara a nosotros, porque éramos un grupo externo a Hakuna y el resto parecían conocerse todos entre ellos. finalmente, quisiera añadir que otros jóvenes conocidos de la parroquia de La asunción en Torrelavega parecen haber encontrado por fin su sitio en Hakuna, y otros que aparentemente no querían formar parte de ningún movimiento de la Iglesia se han vinculado a esto, lo cual siempre es una gran noticia.