Esta tarde he ido un poco a todo correr mientras estaba preparando esta charla porque después tenía que ir al instituto porque era la graduación de los alumnos de 2º de bachillerato, y cuando escribía un poco este tema pensaba que el objetivo de la vida es muy importante tenerlo claro. Yo creo que cuando tú ves el mundo que nos rodea cada uno tiene una prioridad, tiene una opción, de eso hemos hablado muchas veces, en esta vida tú tienes que tener un unas líneas que te orienten en un sentido. Según las líneas que te orienten así irás. Un tren va donde le llevan los raíles, un tren que no tiene raíles descarrila y una carretera cortada no te lleva a ninguna parte. Entonces es muy importante que tú cuanto antes (hay gente que esto se da cuenta a los cuarenta, hay gente que se da cuenta a los catorce y hay gente que se da cuenta pues antes de morir) sepas a dónde vas y qué quieres de tu vida.
Elegir tu vida
Esta tarde cuando estaba preparando esto me acordaba de que en el Evangelio hay una pauta muy clara de qué es lo que merece la pena en la vida. En Mateo 25 nos habla esa palabra conocida que dice que al final lo que marca la diferencia entre ganar la vida y perderla es la relación que tú has establecido con los demás. Si tú has establecido una relación de egoísmo vas a perder tu vida. Si tú vas a establecer una relación de altruismo, que es lo contrario, es preocuparte por los demás, pues vas a ganar tu vida. Ese es un esquema muy distinto al que estamos acostumbrados, porque parece que en esta vida el que triunfa es el que consigue cosas para él, el que pierde la vida por los demás no. Sin embargo, el criterio del Evangelio completamente distinto: aquí si ganas la vida la pierdes, si la pierdes, la ganas. Ese es el plan, el esquema que tiene Dios. Entonces yo creo que esto es muy importante.
Yo siempre digo: en la vida es muy importante que sepas lo que quieres y cuanto antes sepas lo que quieres, mejor; porque vas a ahorrar mucho tiempo. Hay veces que es bueno probar, pero yo me convertí a los diecisiete años y envidio a los que se convirtieron a los catorce porque yo de los catorce a los diecisiete hice cosas, algunas estuvieron en alguna estuvieron mal, pero sé que las que estuvieron mal probablemente no me habrían pasado si hubiese tenido esta experiencia.
El orden de Dios
Es importante cuando desde el principio, y esto es esencial para lo que vamos a hablar hoy, tú entiendes que hay un orden. Que Dios existe y que Dios ha puesto un orden. Ese orden a veces es difícil de entender, porque es difícil de entender por qué tienes tú que preocuparte por alguien con quien no tienes nada que ver. ¿Los inmigrantes? “Pues mira lo siento mucho pero ellos están allí y yo estoy aquí y cada uno pues que mire por lo suyo, yo no tengo la culpa de la guerra de Siria, yo no quiero que nadie me perturbe, no quiero que nadie me moleste”. Eso puede ser muy razonable, o decir “Bueno mira yo doy unos euros pero que me dejen en paz”. Eso puede ser muy razonable desde el punto de vista mundano pero desde el punto de vista de Dios no es razonable.
La ley de Dios no está ahí para apretar las clavijas. Dios no necesita que nosotros nos comportemos de una manera o de otra, a Dios le da igual. Si Dios nos manda que nos comportemos de una manera no es por Él, es por nosotros. Si yo les digo a mis hijos que no hagan ciertas cosas o que hagan ciertas cosas no es por mí, es por ellos, porque les quiero y sé que si hacen esto les va a ir bien y se hacen esto otro les va a ir mal.
Es importante tener en cuenta que ese orden que Dios nos pone es para nuestro bien y que si Dios nos manda que pensemos en los demás es por bien de cada uno de nosotros. Porque el ser humano ha entendido desde el principio que cuando tú vives pensando en los demás tu propia vida se ve enriquecida y cuando vives pensando en ti mismo tu propia vida acaba en la soledad y en el egoísmo. Eso es así, es como una ley matemática. Tú puedes ganar todo el oro del mundo, pero como hayas vivido una vida pensando en ti y dando vueltas a tus problemas a tus historias personales, a tus egoísmos o a tus metas sin pensar en nadie, vas a perder tu vida. Y eso es matemática pura, matemática espiritual. Yo aprendí que empecé a ser mucho más feliz cuando empecé a preocuparme por gente. Cuando empecé, en vez de mirarme a mí mismo, lo que me convenía, lo que me venía bien y tal, que mi vida en un desastre; bueno, pues cuando empecé a incluir a los demás, de alguna manera, cuando empecé a ver a los demás no como rivales sino como gente que estaba ahí que me podía ayudar, mi vida empezó a cambiar. Y esto es real, esto es real totalmente real. No hablo de cosas que he leído, hablo de cosas que he vivido y por eso las sé.
Formar parte del muro
Yo creo que el reino de Dios es como un muro. Es un muro que vamos construyendo entre todos, un muro de estos de piedra de los que se hacían antes. En un muro hay todo tipo de piedras, hay piedras pequeñas, hay piedras grandes… hay muros mixtos, hay piedras que son de sillería y hay otras piedras que son muy irregulares, pero si el cantero es bueno todas las piedras valen. Todas valen. Las pequeñas valen, las grandes valen, todas, con tal de que estén en el muro, eh. Una piedra que no está en el muro, que está por ahí tirada no es más que un obstáculo, pero si está en el sitio correcto puede construir un muro que puede durar mil años.
Por eso, si Dios nos autoriza para hablar en su nombre, hagámoslo como corresponde a un seguidor de Cristo. Si nos pone a servir a otros, sirvámosles bien. Si nos da la capacidad de enseñar, dediquémonos a enseñar. Si nos pide animar a los demás, debemos animarlos. Si de compartir nuestros bienes se trata, no seamos tacaños. Si debemos dirigir a los demás, pongamos en ello todo nuestro empeño. Y si nos toca ayudar a los necesitados, hagámoslo con alegría. Amen a los demás con sinceridad. Rechacen todo lo que sea malo, y no se aparten de lo que sea bueno.
Romanos 12, 6-9
Esta palabra no tiene desperdicio. Está diciendo un poco lo que estoy comentando yo ahora. La vida de cada uno de nosotros tiene un sentido y no hay nada más triste que llegar el momento de morir, cuando ya no haya futuro por delante y que te hayas muerto sin saber cuál es el sentido de tu vida. No imagino mayor frustración que llegue el momento de morir y digas “Macho, yo no sé por qué viene aquí, no le veo sentido a mi vida y cuando hago una lectura de mi vida no sé qué ha sido mi vida ni para qué ha servido”. Yo no me imagino nada peor. Puedes decir, yo que sé, “pues me vida ha sido del arte, me dedicaba pintar, he sido bueno o malo” o yo me he dedicado a mi familia”, hay gente que dice “mira el objetivo de mi vida ha sido ayudar a los míos”, bueno, pero la gente que dice “yo no sé para qué he vivido”. Bueno ¿qué has hecho? “Yo he trabajado, he ido para acá, ha ido para allá de viajado e intentado divertirme, pasármelo bien, he tenido relaciones…” Pero, ¿y eso dónde te ha llevado? “No sé”.
Yo creo que eso es triste, yo creo que es importante que tú puedas decir: “mira, yo vivo para esto. Los objetivos de mi vida son simples son este, este y este”. luego habrá otras cosas alrededor pero los objetivos son estos, están claros y están bien marcados. Yo sé cuál es mi lugar en el muro podrá ser más grande, podrá ser más pequeño, podré estar más arriba podré estar más abajo, podrá ser una piedra pequeñita o irregular o podrá ser una piedra de sillería que lo flipas, pero sé dónde estoy en el muro y sé que mi contribución al muro es importante, porque a un muro muy bien hecho ,si le quitas una piedra aunque sea pequeña o se cae o por lo menos lo debilitas mucho; por eso todas las piedras son importantes pues es importante que cada uno sepa cuál es su sitio y sepa dónde está.
Contribuir
Todos tenemos algo que dar. Todo el mundo tiene algo que dar, todo el mundo. Cuando yo empecé en estas movidas eran finales de los 70. Los años 70 en España fueron los primeros años de la transición, de mucho cambio sociológico y fueron también los años de la droga. Fueron años en los que sobre todo la heroína tuvo una repercusión muy fuerte (en Torrelavega y en todo el norte de España golpeó muy duramente la heroína, y había mucha gente enganchada, aquí murió mucha gente, amigos míos murieron y, en otros casos, gente conocida o gente con un trato cercano y algunos de mala manera) y en esa época muchas de las iniciativas cristianas iban en la línea de ayudar a los toxicómanos. Ya sabéis que algunos de los que estamos aquí, Antonio, yo y algunos más estuvimos en una especie de casa de rehabilitación en Mercadal, una casita pequeña que sigue existiendo y allá acogíamos gente de todo tipo.
Yo estuve seis meses nada más, mientras tenía una beca de investigación en la universidad, luego ya lo dejé, pero esos seis meses fueron una escuela buenísima para mí. Fueron una escuela de humanidad, porque yo viví lo peor lo peor de lo peor y lo más tirado de lo más tirado, o sea, era una casa muy poco profesional, no era nada parecido a proyecto hombre ni a reto siquiera, al que llegaba pues le acogías, intentabas darle un poco de cariño, rezábamos por él y normalmente se marchaba al día siguiente con la caja de el dinero. Hay historias para dar y contar sobre Mercadal, podría escribirse un libro.
En Burgos, por ejemplo, en un sitio que se llama Quintanadueñas que estaba las afueras de Burgos y ahora es un barrio de Burgos prácticamente había otra casa más grande y ahí sí que empezaron a trabajar más. Fundaron una asociación que se llamaba ACCOREMA y empezaron a trabajar más seriamente con personas toxicómanas y hay anécdotas graciosísimas: me contaban una vez que estaban en la comunidad después de cenar y oyen que un coche se estrella contra la casa (que menos mal que la casa era de piedra) oyen un derrape y ¡PAM! Coche contra el muro. Pues salieron todos allí a ver qué había pasado y salen dos tíos del coche de heroína hasta arriba dando tumbos por el golpe y por la heroína y dicen “¿Esto es la casa de rehabilitación? Es que hemos llegado en tren a Burgos y allí hemos mangado un coche pa venir hasta aquí, ¡no vamos a venir andando!” O sea, gente muy colgada, casos de miseria personal, yo tengo personas en la cabeza ya muerta, viva…
Todos tenemos algo que dar
Pero vi una cosa importante, y es que incluso las personas que de verdad habían estado en lo peor de lo peor podían salir adelante. Algunas de esas personas por ejemplo hoy son pastores en iglesias evangélicas y predican la palabra de Dios y atienden a la gente. Cómo es posible que una persona que estaba en lo peor… Pues porque todo el mundo tiene un don. Hasta la gente más tiraba tiene un don.
En los días anteriores hemos estado viendo actitudes ante los ministerios, ahora vamos a describir algunos de ellos. En la Biblia hay muchas listas de ministerios que además cambian, lo cual significa que ni siquiera Pablo dice las mismas listas en unas cartas y en otras, de lo que podemos deducir que él tampoco lo tenía muy claro. Desde que se empezaron a hacer pequeños grupos cristianos había funciones. Las hay que son muy claras, pues había gente que predicaba el Evangelio, enseñaban… Estaban también los profetas. No está muy claro quiénes eran los profetas pero sí sabemos que era un ministerio muy importante porque aparece continuamente, no solo en los testamentos sino también en las en los escritos cristianos más antiguos. Estaban también los maestros, estaban los doctores, luego estaban los presbíteros estaban los diáconos, luego aparecen los obispos, estos tres últimos aparecen un poquito más tarde, pero bueno hay de todo. Hay muchos ministerios al principio.
El servicio de la diakonía
Yo quería centrarme hoy un poco en uno de ellos, yo quería empezar por el ministerio de la diakonía. Es un ministerio que aparece muy pronto. En los hechos de los apóstoles (bueno, el de hechos no es un libro muy antiguo, es de los más nuevos del nuevo testamento pero antes del final del siglo primero) ya se habla del servicio de la diakonía.
El servicio de la diakonía es el servicio de la gente más pobre, de los pobres. En la comunidad cristiana había gente que tenía dinero y había gente que no. Entonces, eso en seguida plantea un problema: qué hacemos con aquellos que son hermanos pero que no tienen dónde caerse muertos. Ahí empezó a surgir el ministerio de la de diakonía, primero con los propios cristianos que eran pobres y después por contraposición con todos los demás.
Tened en cuenta que hasta el siglo XX prácticamente de los pobres no se encargaba a nadie. El estado no se encargaba de los pobres. El estado no consideraba que fuera cosa suya encargarse de los pobres, pues eres pobre ajo y agua. Se fomentaba mucho la limosna, la caridad, pero no era una función que se reconociera como algo de lo que el estado debiera ocuparse. Entonces durante siglos los cristianos, mejor o peor, fueron haciéndose cargo de los pobres. Se consideraba además durante ya hasta el siglo XIX que esa era una función de la Iglesia, que la Iglesia tenía que ocuparse de los pobres y es verdad que lo hacía, una buena parte de los ingresos de la Iglesia iba destinada a la gente a la gente más pobre.
Hoy en día tenemos que tener en cuenta una cosa: a día de hoy hay muchas maneras de entender el cristianismo, pero hay una cosa que está clara, las preguntas del examen final del cristianismo no son espirituales son estrictamente materiales: tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve en la cárcel o enfermo y viniste a verme. Los que lo hicieron parece ser que son los que se salvan y los que no lo hicieron parece ser que son los que no se salvan. Luego en el nuevo testamento hay más cosas pero en el Evangelio de San Mateo lo tenéis clarísimo. Las preguntas del examen final son esas, lo cual significa que todos los que estamos aquí tenemos una “hipoteca” con los pobres.
Yo escucho a la gente cristiana decir “los pobres no son mi carisma”. A ver, ¿cómo que no son tu carisma?, si me dices que, bueno, tú te vas dedicar a la predicación, perfecto, pero cuidado como digas que los pobres no tienen nada que ver contigo, estás diciendo una herejía. Los pobres siempre tienen que ver con todos.
La pobreza
¿Quiénes son los pobres? Los que tienen menos que tú. Un pobre es alguien que necesita algo que tú tienes. Ese es un pobre para ti. Algo que puede muchas cosas. Se puede multimillonario y pobre? En ciertos aspectos sí. Yo he conocido gente rica profundamente desgraciada, que a lo mejor lo que necesitaba de ti no es dinero y dinero le sobra pero sí que le hagas un poco de caso, o que le des un par de consejos.
Quizás la pobreza más dura es la material, pues claro, la material es no tener que comer. Yo siempre les digo mis alumnos en clase que yo tuve el caso de una chica a la que le pregunté un día (porque su tutora me chivó algo) y me confesó que no comía. Pero que no comida no por anorexia, sino que no comida porque no había. Yo me quedé flipado porque llevo muchos años en el mismo instituto y nunca me había pasado, pero hace tres años me pasó. Eran inmigrantes, el padre de la chica las había abandonado, ella vivía con su madre y me decía: “mira, mi madre lleva seis meses sin trabajar, trabajaba en un bar pero lleva seis meses en paro y no hay nada, vamos a Cáritas, conseguimos de aquí y de allá, pero es que hay días o semanas que comemos arroz con tomate porque no hay otra cosa, y hay días que ni eso. Así que entonces yo llego del instituto me meto en la cama y duermo y así se me quita el hambre”. Esto es muy fuerte, ¿eh? Y una cría que por cómo iba vestida y tal yo nunca habría dicho que pasaba hambre, pero lo ha pasado. Entonces, tenemos que dar respuestas.
Se calcula que hoy en día hay 800 millones de personas, aunque es verdad que el hambre ha retrocedido en los últimos 10 años, infra alimentadas y de esos 800 millones 100 realmente se pueden morir de hambre. Así que hay que hacer algo, porque si el hambre no se termina hoy en día no es porque no se pueda, es porque no se quiere, no hay voluntad política de que el hambre termine. Se podría hacer con un chasquido. Yo siempre digo que en base a cálculos que se han hecho solamente con los gastos de los once primeros días de la segunda guerra del golfo se habrían solucionado todos los problemas de abastecimiento de agua potable, comida y sanidad para todas las personas que lo necesitan. Solo con lo que se gastó en una guerra que no sirvió para nada, que no ganó nadie… o sea, no hay voluntad política, nuestros líderes políticos no tienen voluntad de solucionar problemas del hambre. Ni obama, ni Rajoy, ni Merkel, ni Hollande, ni Cameron, ni Putin… nadie. No tienen voluntad. Podrían hacerlo, pero no lo hacen. Prefieren escuchar las presiones de esos grupos de presión, de los lobbies… la geopolítica que hace que convenga tener a regiones pasando hambre dependientes de uno.
Ahí tenemos una responsabilidad, decir a los gobiernos: vamos a ver ustedes tienen que dar por lo menos el 0’7%, ¡pero si a lo mejor robamos a los países pobres entre el 10% y el 20%! ¿Por qué no les vas a dar el 0’7? Parece que el 0,7 es una barbaridad ¡qué crisis ni que leches! ¿Cómo es posible que en España haya gente que pase hambre cuando la Unión Europea gasta millones de euros en destruir comida? Todo eso tiene que cambiar, y tiene que cambiar a nivel global, eso hay que insistir en ello y machacar y machacar porque eso no puede ser. ¿Qué sistema educativo hace que una familia tenga que gastarse seiscientos euros en material escolar? Yo tengo alumnos que no pueden pagar los libros de texto, y digo yo, pero qué ministerio de educación sigue exigiendo libros de texto, si con lo que valen los libros de texto de un solo año te puedes comprar un iPad, que te sirve para toda la secundaria y el bachillerato.
Otros tipos de pobreza
El antiguo testamento es un clamor continuo, siempre está llamando a ocuparse de la viuda, del huérfano del pobre, de las personas menos favorecidas. Esa es una pobreza muy grande. Hay otra pobreza muy grande que es la pobreza de la soledad. Yo cada vez conozco más gente sola. En algunas de las grandes ciudades europeas el 25% de la gente vive sola en apartamentos. Entonces, hay una enorme cantidad de soledad. Esto lo hemos hablado muchas veces también, hay que ayudar a que la gente no se sienta sola. Esta es una forma también de solucionar una pobreza que es cada vez más grande.
El dinero
Yo creo que hay un principio muy importante que a mí me ayudó mucho: cuando una persona quiere ser cristiano y entrega su vida a Dios tiene que ser consciente de que su dinero ya no es de él, es de Dios. Cambia mucho considerar que tu pasta es tuya y haces con ella lo que te da la gana o que tu dinero de Dios y haces con él lo que Dios te dice.
Yo por ejemplo procuro utilizarlo para compras superiores a 10 euros, pongamos. Para comprar un boli no vas a decir “Señor ¿tengo que comprarme este boli? Voy a discernir, ¿me compro un bic o me compro un boli de los chinos que es más barato?” Creo que eso no es. Pero cuando uno coge el hábito de discernir gastos que no son muy grandes pues, por ejemplo, me compro este reloj. “¿Necesito un reloj?” Pues bueno voy a ver: Señor el dinero es tuyo ¿me lo compro? Sí. Te lo compras. O no, mira, no te lo compres porque ya tienes dos relojes o tres, para qué quieres más. Vale “¿me compro esta camisa? Es que está de rebajas.” Bueno, ¿pero la necesitas? “No, pero es que está de rebajas”. ¿Pero no la necesitas? pues si no la necesitas no la compres. Yo no siempre hago eso pero procuro hacerlo, porque orar aunque sea un momentito y decir ¡ah! y eso realmente, no dejarte llevar por el impulso que muchas veces te lleva a comprar, nos pasa a todos. Entonces este dinero que yo tengo cómo lo voy a emplear, lo voy a gastar en unas vacaciones, lo voy a gastar en lo que sea.
Otra cosa es cuando a veces te dan dinero para algo: “Te doy este dinero para esto”. Entonces tienes que gastarlo en lo que te han dicho o rechazarlo, lo que no puedes hacer es “me lo das para esto pero me lo gasto en esto otro. Me lo das para pagar la matrícula de mis hijos pero me lo gasto en vino”, eso no lo puedes hacer. Pero sí que es importante tener esta idea, esto te obliga a vivir en una tensión y siempre estás pensando “gasto, no gasto…”. Pero yo creo que en el fondo es una tensión buena, es una tensión buena porque te contiene, a mí por lo menos me contiene y en los últimos años me ha ayudado a mejorar mucho, me ha ayudado a gastar cada vez menos. Yo creo que es un buen principio. A Andrés una vez le decía una feligresa “hombre ya calle usted, ¡que el dinero para gastarlo!”. El decía “no, ¡el dinero es para dar limosna!”. El dinero es para dar limosna, porque siempre hay alguien que lo necesita más que tú. Eso no significa que no puedes darte un capricho nunca, porque entonces esta vida sería también…
La salud del dar
Pero tened en cuenta que sobre nuestro dinero hay una hipoteca social de gente que lo necesita, que cuando ves a alguien feliz por algo que le has dado, eso te aporta una felicidad muy fuerte, tanto a nivel consciente como a nivel inconsciente. Es sano mentalmente. La gente que da está más sana mentalmente que la gente que no da. Es así. En EEUU está estudiado, allí que lo estudian todo, que las zonas por ejemplo de lo que ellos llaman el Bible belt (que es una zona que empieza en las carolinas y va hasta Texas más o menos) que es una zona profundamente creyente protestante mayoritariamente, pero de comunidades muy, muy creyentes, las más creyentes de EEUU, allí los estudios de salud dan mejor salud que en el resto de los estados. Y comen igual de mal. Sin embargo, pues parece que hay ciertos ambientes, ciertas actitudes educadas desde pequeño que hacen que la gente sea más feliz y yo creo que el dar es una de estas cosas.
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