Has escuchado alguna vez esa frase, ¿verdad? Pues yo creo que es mentira. Está bien, no nos pongamos radicales, quizá podemos decir que no es del todo cierta y me gustaría explicar por qué.
Creo que tiene parte de razón en cuanto que a veces de cara a invitar a gente joven a cosas de Iglesia (sea un campamento, una oración, una misa u otra cosa) es más fácil que se plantee la posibilidad de ir si viene de uno de sus amigos o amigas que le conocen y más o menos “hablan el mismo idioma”. Pero creo que lo importante aquí no es la edad, sino que es precisamente lo anteriormente dicho: si la persona que te invita “habla tu mismo idioma”. Me explico: muchas veces a un joven su madre le puede decir “ven a la iglesia que hay un concierto de música sacra que es muy chulo, te va a gustar”. Ese joven puede ir a la iglesia, estar en ese concierto, aburrirse como una ostra, y lo que pasa a partir de entonces es que este joven hace una asociación de ideas: el concepto “chulo” de mi madre no es mi concepto de “chulo”. En cambio, lo que pasa con gente de su edad es que normalmente si le han invitado a algo “chulo” sí ha correspondido con su concepto de “chulo”. Esto hace que le dé a ese otro joven la confianza de saber que los criterios de uno y otro son parecidos: hablan el mismo idioma.
Pero, lo que decía, esto no depende de la edad. Este joven, si tiene un adulto que admira y que sabe que “habla su mismo idioma “, también confiará en él de cara a una invitación, sea de concierto, de película, o de algo relacionado con la Iglesia.
Por tanto, lo único que sí es cierto es esa parte: que un joven confía normalmente más en el criterio de otro joven (y más cercano a él en nivel social, económico y cultural) para cualquier recomendación. Pero ahí se acaba, en mi humilde opinión, la verdad de este mantra “solo un joven puede evangelizar a otro joven”. Primero porque parte de una idea de evangelizar muy reducida: evangelizar aquí sería invitar a alguien a un evento y que ese alguien vaya al evento. Pero evangelizar es mucho más: puede comenzar por asistir a un evento cristiano, pero si no sigue una conversión sincera (en respuesta a una invitación clara de lo que es seguir a Jesús), un cuidado personal y preocupación genuina, un acompañamiento, enseñar a orar, a conocerse, a relacionarse desde el prisma cristiano, ser paciente con ese nuevo converso con sus contradicciones, con sus pecados, una formación… en resumen, un proceso de discipulado completo que puede durar varios años fácilmente, si no sigue ese proceso de discipulado… no nos engañemos: ese joven no está evangelizado.
¿Quién puede evangelizar entonces? Pues en mi experiencia personal y en la experiencia de nuestra comunidad la respuesta es muy clara: alguien que ha sido evangelizado, alguien que sí ha pasado por ese proceso de discipulado de varios años (me atrevería a decir, para los que necesitan cuantificar, de no menos de 5 años). Si esa persona joven de la que hablamos al principio ha pasado por ese proceso, quizá podríamos afinar la frase: “Solo un joven que ha sido discipulado puede evangelizar a otro joven”.
Pero como decía al principio, aquí la edad no es tan relevante, conque una frase aún más afinada sería: “Solo alguien que ha sido discipulado puede evangelizar a otro”. Que podríamos resumir y simplificar como “Solo un discípulo puede evangelizar”. Esto lo hemos visto en los últimos años en ejemplos concretos en nuestra comunidad: personas “mayores”, de 40 para arriba son los que evangelizan (de verdad) a jóvenes de 15, 20 o 20 y pocos.
Claro, quizá eso de discipular, de emplear tanto tiempo en alguien, de cuidar, de interesarte por la vida de las personas, de acompañar, de escuchar sus “tonterías”, de tener paciencia, de corregir, de orar, de enseñar, de compartir tu vida… es más largo y más complicado. Por eso preferimos a veces como Iglesia definir evangelizar como “invitar a un evento en el que el joven puede tener una buena experiencia de Dios”. Así, de esta forma, “solo un joven puede evangelizar a otro joven” y nos ahorramos todo ese proceso tan largo y tedioso.
Pero bueno, esa forma de actuar ya sabemos a dónde nos lleva, ¿no?
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