Young Session es el nombre que le damos los encuentros para jóvenes que organizamos de vez en cuando. La traducción sería “sesión de jóvenes” y a la vez busca un juego de palabras, o de fonemas con las Jam session, sesiones de jazz en las que los músicos suben al escenario de manera improvisada y se unen para tocar.
Esa viene a ser la idea que perseguimos en estos encuentros: crear espacios a los que los jóvenes se puedan incorporar de manera libre, sin compromisos, y puedan entrar en contacto con una realidad cristiana que les ayude a encontrarse con Dios. Un Dios que hoy en día ellos perciben muy lejano y ajeno a sus vidas. La realidad es que para ellos acercarse a una iglesia o a unos locales parroquiales se convierte en algo demasiado extraño, ya que tanto ellos como sus familias han perdido prácticamente por completo la vinculación con la parroquia y por extensión con la Iglesia.
Que sus propios amigos les inviten a una fiesta en un local donde se van a encontrar un rato de música en directo, la experiencia de otros chicos hablando de cómo viven ellos su cristianismo, un tiempo para charlar, comer algo y reírse un rato. Todo en un ambiente distendido, sin demasiadas reglas y en un espacio agradable en el que se puedan sentir cómodos. El objetivo es crear espacios neutros, con elementos de la cultura actual que para ellos sean familiares y que no les “obligue” a hacer una ruptura entre lo que viven en su día a día y el momento en el que pueden ponerse en disposición de acercarse a Dios.
En Fe y Vida nos parece importante reducir todo lo posible la brecha que existe actualmente entre las formas y los encuentros clásicos utilizados durante las últimas décadas en la Iglesia y las tendencias actuales en lo referente a música, comunicación, modas… Todos esos son elementos accesorios que pueden ayudar a cualquier persona a sentirse más cómoda y a que su disposición interior esté más abierta a conocer experiencias nuevas relacionadas con la fe a las que en otros ambientes ni se hubieran acercado.
Facilitar el encuentro con Dios o, al menos, con el cristianismo de una forma lo más natural posible. Para eso es necesario estar atentos a las tendencias que van surgiendo, explorar los intereses de los jóvenes de hoy en día y, sobre todo, no juzgarlos. Los tiempos y las modas cambian y las personas también. Desde la Iglesia debemos comenzar a aceptar la realidad de la sociedad que nos rodea y buscar cambios en nosotros mismos.
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