El ENE es una experiencia. No sabría o no querría contar un ENE sin estar implicado. El ENE 2015 me pasó a mí.

Yo había estado en dos ENEs anteriores. El ENE 2013, hace dos años, fue una bofetada, un impacto. Me sentía fuera de sitio. Inseguro entre iguales, rural entre cosmopolitas, pardillo. La alabanza me descolocaba. Yo no sabía, no quería rezar de ese modo. Aún así, la frase “somos la generación, oramos, oh Dios, por nuestra nación” me golpeaba. El golpe de la ponencia de Mark Jobe (que Tote recordó este año en la ponencia introductoria) me dio en la boca del estómago. No respiraba, no sabía reaccionar, me zaherían sin motivo.

El comedor, el bar se me hacían cuesta arriba: yo no era de allí. A pesar de ello le eché interés. Pon de lo tuyo. La misa con monseñor Reig Pla y su homilía, ¿larga y aburrida o vibrante, apasionadota y testimonial?, me sugería: esto hay que reposarlo con un cigarrillo.

Hice propaganda par el ENE del año siguiente. Y allí nos fuimos. Eran alphas y centinelas que habíamos empezado la andadura aquel año. El ENE 2014 fue como una conversión personal. El Padre Mallon con sus sugerentes imágenes: salir de la caja de cartón, la fotocopiadora atascada, las lanchas del Titanic,… Un colega me dijo: ¡si parece que han hecho el ENE para ti! Y así lo viví. Me confesé, lloré mucho. El Señor, “el único digno de gloria”, me exigía. Y yo “he probado y quiero más”. Era una llamada personal pero en un grupo en el que me sentía cómodo. Empezaba a ser familia ENE. En el concierto KAB, a pesar de mi tobillo lesionado, quería saltar, alzar las manos, derramarme “como perfume a sus pies”. Fue una experiencia
del Espíritu. El mundo está bien hecho, las luces se comunican, el Señor impulsa y cuenta conmigo. El ENE 2015 fue distinto. Era en Astorga. Yo no iba al ENE, El ENE venía, estaba en casa. Fue como formar parte de algo. Ser familia. Me sentía muy cómodo. Y. sin embargo, me costó mucho entrar. Estaba en Astorga. Mi casa, mis parroquias, mis funerales, mis horarios. Era como estar a la vez en el mantenimiento y en la conversión pastoral. Imposible, … o muy difícil. La logística: llaves, dos más a comer, colar a uno, el horario en las misioneras, … Llegaba siempre tarde a la alabanza. Tal vez era pecado de desconfianza o chulería. “Los feyvida” no van a ser capaces, no conocen, no saben Astorga. Pero entré. No me afectaba tanto a mí personalmente cuanto a mi ministerio y mi misión. Yo no tengo una misión, soy una misión (Evangelli Gaudium 273). Me estaba  afectando a mí como parte de una diócesis. Afectaba a la diócesis de Astorga, humilde, empobrecida demográficamente, rutinaria pastoralmente. El ENE era en Astorga y yo estaba allí. Las dos horas de Josué en las que reí, aplaudí y vibré. No lo estab a diciendo Josué, lo estaba diciendo en el teatro diocesano de Astorga y desde Jaén, Madrid, Coimbra o Solsona habían venido. ¡A Astorga! El taller de Tote y Juan Luis se hacía una propuesta diocesana posible. Los claustros del Seminario, el patio, los comedores, la capilla, el teatro, hasta el bar de enfrente,… eran los mismos y distintos. Con otra gente, con otros cantos, otras palabras, otra vida. Era una profecía. Pasaba en Astorga. Era un Astorga “más allá de las fronteras”. Y era posible. Era una visión de futuro que provoca pasión. Era un estímulo de renovación. No para mí, o no sólo para mí; ¡para la Iglesia en Astorga!

Y llegó la noche del sábado. Ya casi ni me preocupaba que el concierto molestase en la casa sacerdotal. “Aleluya, Tú eres rey”. Los de Astorga habían hecho un ENE. Y yo con ellos. ¿Descolocados, encantados, tocados, acogidos? Eran más grupo en el Espíritu. “Los feyvida”, como más seguros con cuatro ENEs a la espalda, tranquilos, relajados, ¿felices? Y los que habían venido, de Cádiz, Burgos, Granada o Galicia, eran mis hermanos en la familia ENE. Y llegó la Eucaristía del Domingo. Adorar de rodillas y ser enviados. Monseñor Zornoza hablaba al final de su homilía de conocer no el salmo 122, sino de conocer al Pastor. Y concluyó diciendo: ¡pues eso! Se despidió de mí con un abrazo y hablándome de ser frikis de la evangelización.
Conocer al Pastor y ser frikis de la evangelización,… pues eso.

Carlos