Participar del ENE este año ha sido de nuevo un acontecimiento central para mí. Desde que llegué a la estación de Astorga, donde un señor al que no conocía de nada se ofreció a llevarme al seminario, y atravesé el portón, me sentí en comunión con lo que estaba pasando dentro. Los ponentes suscitaron muchas inquietudes, mucha ilusión, mucho revuelo. Life Teen, Iglesia provocadora, innovadora visión pastoral, propuestas novedosas de acompañamiento, estilos nuevos a través del liderazgo para laicos, escuelas de discipulado… Los que participamos nos hemos vuelto a sorprender, se nos ha sacudido el corazón y hemos tomado decisiones personales para seguir en este camino de la Nueva Evangelización. Porque este es el punto principal: sin conversión personal previa, olvídate de evangelizar.

 

El año pasado me fui habiendo descubierto que lo que yo tenía en Madrid era una comunidad después de escuchar a Josué Fonseca. Me dio mucha seguridad, me fui alegre, agradecida con el Señor. (¡Y con ganas de dejarlo todo e irme con mi familia a Torrelavega!) Este año, después de escucharlo y que me volviera a vibrar el corazón, he visto lo que deberíamos ser y no somos. Y no porque lo diga Josué, sino porque así lo dice la Escritura. Y este es otro punto fundamental del ENE: es Evangelio puro y doctrina de la Iglesia. En todo el desarrollo del Encuentro se percibe de manera trasversal y constante un sentido de Iglesia muy sólido.

 

En el ENE14 descubrí la música de alabanza. (¡Mis hijos son fans de KAB!) Y la corriente de gracia carismática. Y a nuestros hermanos evangélicos. Cuánto bien… Gracias al Señor, que me ha dado siempre una mente y un corazón abiertos, con los que pude gozar realmente de todo lo que era nuevo para mí. Y en el ENE15 lo he vivido desde el reconocimiento, con asombro y formando parte de ello.

 

El ENE son las personas, los encuentros, los reencuentros, los espacios para charlar, compartir, aprender, en un entorno preparado con mimo, con gusto, con delicadeza, como si al prepararlo se hubiera puesto en manos de Dios lo que en esas mesas y sillas iba a ocurrir. ¡Nunca apetece irse a dormir! Gracias, gracias, gracias Fe y Vida.

 

El ENE ha vuelto a “suceder en mí”, como dijo Tote el año anterior en su presentación. Una vez más, salgo de allí feliz, convencida de que quiero entregar mi vida por Cristo, sin perder un minuto, y eso es muestra de que algo muy grande tiene lugar allí.