¿Impacto? ¿Qué es eso?…fue la respuesta que di al escuchar por primera vez aquello, que para dentro de unas semanas, pasaría a ser algo más que una sola palabra…

‘Tú vente, te va a gustar’ me decía Antonio de la Rosa.

¿Qué haría allí? ¿Con quién me encontraría? ¿Me acercaría en esos días al Señor…?  Fueron un cúmulo de preguntas que me hacía a  la vez que esperaba con ilusión el día en que habríamos de partir hacia Las Rozas, donde tendría lugar el encuentro. Por fin llegó el día. Hice un repaso del equipaje antes de salir, como de costumbre. Maleta, ¡lista!… saco, ¡preparado!, bandera de Andalucía, ¡OK!… Todo en orden. Cogimos  el bus desde Granada, y durante el viaje estuvimos cantando, jugando al ‘black stories’ y cotilleando sobre temas amorosos, todo ello en compañía de un grupo de increíbles jienenses… y después de cinco horas, llegamos a nuestro destino. Al llegar, nos empezaron a presentar a los que serían nuestros compañeros y amigos durante el impacto, y nos entregaron unas acreditaciones con nuestro nombre (iban equipadas con un artilugio retráctil, no sé muy bien cuál era la función, pero a Cristina Rubio le fascinaba) y nos entregaron nuestra Impact t-shirt. Una vez equipados, no volveríamos a ser los mismos.
Nos separaron por grupos y poco después comenzaron las actividades, talleres, charlas… He de resaltar una actividad (creo que fue la primera) que me pareció imprescindible, me atrevería a decir que fue de las más importantes. Hablo del  ‘deeping’, una actividad donde nos separamos en grupos pequeños e íbamos acompañados de un comprometido ‘carca’, como diría Antonio de la Rosa.

Hicimos una pequeña  presentación de quiénes éramos, a qué íbamos y por qué íbamos allí… la verdad, fue muy bonito y emotivo conocer las distintas realidades de cada uno de nosotros. También tuvimos otros talleres interesantes, como el  del Espíritu Santo, impartido por Jaz Jacob, el de ‘me gustas’ por Antonio de la Rosa, o el de ‘la relación de la música con Dios’ por Aitor de la Cámara.Todos fueron muy interesantes, y de una manera ode otra te hacían conocerte mejor y aprendías nuevas técnicas para acercarte al Señor, de un modo diferente a como solemos hacerlo.

Entre actividad y actividad parábamos para tomar fuerzas, los encargados de ello fueron un ‘comando cocinillas’ capitaneado por el Ricachón del norte, y compuesto por grandes chefs como Maite, Carlos y Ana.

Por las mañanas, después de desayunar, teníamos la alabanza y la adoración, animado por el grupo musical RADAR. (¿Alguna mejor
manera de comenzar el día?) Las noches también estaban bastante animadas, tanto en el pabellón con los conciertos como en la habitación de los chicos…y si no, preguntadle a Jesús de Cádiz.
No todo eran charlas y talleres, también tuvimos actividades como piragüismo y tiro con arco, disfrutando siempre en la mejor compañía. Ahora bien, si he contado todo esto, no puedo no hablar de la actividad o momento que más me emocionó. Me refiero al túnel de intercesión o la ‘lavadora’ como lo llamó Laura Cuenca, a lo que en un principio yo no quería entrar, pero fue Jesús Bocio el
que me animó a pasar por ese túnel/pasillo, y estoy eternamente agradecido de que lo hiciese. Conforme ibas avanzando por el túnel,

gente como Dani, Patricio, Antonio, Cristina, Luis,…iban rezando por ti. En ese momento era difícil contener la emoción y las lágrimas. En ese momento el Espíritu Santo estaba presente entre nosotros, llenando nuestros corazones.

El ultimo día, como acto de clausura y aprovechando que era Domingo, celebramos la eucaristía, que estuvo presidida por Don Carlos Ruiz, y acompañada por el grupo de música que animó nuestras noches de impacto.

No puedo terminar sin dar las gracias a todo el equipo organizador, staff, y todos aquellos que han trabajado duro para que esto saliese adelante. Doy gracias a Señor por haber conocido a gente estupenda, sobre todo y en especial a Luis Herrera.

En un principio no iba muy convencido, pues la manera de rezar no era la habitual en mí, y todo me parecía un poco raro. A la pregunta que me hacía al principio… ¿Qué es impacto? Puedo responder que es un encuentro de jóvenes que van a encontrarse con el Señor, a dejarse sentirse amados y a disfrutar de una manera diferente junto con la mejor compañía.

¿Qué si voy el año que viene?… ¡por supuesto!

Carlos.