La idea que yo quería compartir con todos vosotros, porque era algo que que a mí me está ayudando a crecer y me está rumiando desde una predicación que hizo José hace un par de meses, es la idea de crecimiento. Josué dijo “¿Habéis pensado cuál es vuestro itinerario espiritual?”. Aquellas palabras a mí me llegaron, no cuál era mi itinerario espiritual, sino “a dónde vas”, y desde entonces aquello vuelve a mí una y otra vez. Así, cuando me pidieron que compartiera sobre Burgos, me dije “viene al pelo porque ese es el crecimiento que yo quiero”. Me gusta la idea de hablar de algo que veo, me gusta hablar de algo que puedo vivir, que puedo transmitir como algo propio y que además me está ayudando. Así que voy a compartir con vosotros hoy un poco esta experiencia que estamos teniendo en Burgos.

El crecimiento

A los adultos el tema del crecimiento no les gusta mucho. Quizá porque a los pequeños siempre le decimos “a ver cuándo crece”, y lo hacemos como reprimenda, porque en realidad estamos diciendo “a ver si te dejas ya de tonterías y te pones las pilas”. Si a nosotros nos dijeran “a ver si creces” nos sentaría fatal porque de alguna forma nos están diciendo que en algo no hemos madurado y, por otro lado, estamos viendo el trabajo que queda por hacer y, claro, no nos gusta trabajar. Sabemos que hay un esfuerzo potente de por medio, hay un trabajo grande de fiarse también, hay un proceso que tenemos que pasar, hay que esperar unos tiempos, las cosas no siempre van a la velocidad que nosotros queremos… Conmigo podían topar, por ejemplo, conmigo y mi impaciencia.

Hablar de crecimiento no es algo que nos guste mucho pero, ¿conocéis esos vídeos que hacen del crecimiento de las flores en stop-motion en los que, de repente, sale un tulipán precioso? Y tú dices “¡eso es!” “¡Ojalá todo fuera así!”. Es maravilloso y nos encanta precisamente porque es algo que normalmente no ocurre que no ocurre, que de repente, de la nada, brote una flor bellísima. Y a nadie se le ocurriría quedarse ahí mirando como crece la flor, pero la flor crece y da fruto. Lo difícil es esperar a que eso llegue.

Tenemos también todos la experiencia de que es absolutamente necesario crecer. Sabemos lo trágico que es ver a una persona adulta que no ha madurado, lo trágico que es ver que los niños pueden llegar a ser algo y no llegan. Como madre sufro eso y como amiga de otras madres también he vivido eso de “el percentil” “¿Por cuál va?” “¿Ha pasado ya el 50%?” “¿Está creciendo mucho?” “¿Tu hijo cómo va en las notas?”. Esta es la conversación que tenemos porque deseamos que nuestros hijos maduren y crezcan. No hay nada que yo quiera más que ver a mis hijos maduros como personas física y espiritualmente. Claro que quiero eso, lo quiero para los demás, me gusta para mis hijos…

Pero a veces me olvido de mí misma y de que mi proceso de crecimiento debe desarrollarse igual que en los demás. Se me olvida que yo, aunque sea mayor, tengo que crecer y tengo que seguir creciendo porque es fundamental en mi vida. Una roca tú la coges le echas agua, le echas agua, le echas agua y ya la puedes cuidar que no va a ir a ningún lado.

A mi hija Míriam le regalamos una vez una planta que parecía una de esas bolas estas del desierto, con las ramas completamente secas; y se la regalamos porque estaba allí y nos dijimos “Mira qué chula qué cosa más rara”. A ella le encantó y la regamos, la regamos y aquello nunca jamás dejó esa forma de bola del desierto porque estaba desde un inicio más seca que un ripio. Desde que la compramos nunca jamás creció. Del mismo modo que a la piedra, tú la puedes regar y la puedes poner en buen sitio en buena tierra pero aquello no crece. Necesitas tener vida. Ese momento en que tú tienes vida y tienes “voluntad de” es necesario porque lo que significa que estás vivo, si no estás muerto, si no eres una piedra. Y tenemos experiencia de nosotros mismos haber sido un poco piedras, de habernos bloqueado y no haber crecido, tenemos experiencia de gente a nuestro alrededor a la que nos coger con las dos manos, sacudirla y decirle “necesitas crecer, necesitas dejar aparte esa algunas cosas que tienes de niño y madurar y crecer, no para ser una persona más especial menos especial, más querida, porque yo te quiero igual”. Que querré igualmente a mis hijos aunque sean inmaduro les seguiré queriendo pero qué bien si sacaran lo mejor de sí, qué bien si crecieran, qué bien si hoy dieran y aportaran algo y fueran algo más mañana de lo que han sido hoy.

Cuando Josué me propuso hablar de Burgos yo me dije “Jo, es que yo a Burgos lo he visto crecer. Lo he visto nacer y lo he visto crecer y me encanta me encanta poder hablar de esto. Esto es una cosa que yo puedo ver y puedo experimentar, así que os contaré un poco cómo crece Burgos.

Mi memoria histórica es muy cortita, por lo que tengo que tenerlo todo apuntado, no obstante, si alguien quiere detalles que llame a Chari que lo apunta todo todos los días y tiene un diario hecho de la comunidad en Burgos muy bonito con fotos y todo. Lo digo porque yo no voy a contar toda la historia, sino solamente los puntos que me parecen muy importantes y relevantes que muestran cómo es un crecimiento, cómo nace y cómo crece; cómo tenemos que hacer para crecer.

La visión

Burgos nace de la visión. Esa es mi alegría, mi esperanza y lo que yo llevo dentro es que Burgos nace de la visión puramente. De una visión en concreto, creo que Sonia hablaba hace poco de ese tema: Burgos nace del corazón de Josué en oración hablando con el Señor y en el medio de esta visión de Fe y Vida como comunidad que tiene una serie de características muy concretas, y en medio de esa visión surge la pasión por Burgos. Para mí eso es como la semilla, es como decir “mi casa es Fe y Vida, yo quiero crecer como parte de Fe y Vida, yo quiero crecer von ese espíritu y no con otro”. Y cuando algo nace de Fe y Vida yo confío, yo digo “esto no sé cómo sale, no sé cuándo saldrá, pero esto sale”. Burgos sale netamente de la visión y nace también de su historia. Para nosotros también es muy importante esa relación de Josué con Burgos. Cuando encuentra al Señor, las personas que le acompañan, en sus inicios, las primeras comunidades en Burgos… Todo esto nade un poco de aquello, y lo que es Fe y Vida hoy lo debe a esos inicios.

Nace un poco de todo esto, de lo que Fe y Vida llevan el corazón en tanto que es evangelización, es levantar la Iglesia de España, sembrar en el corazón de las personas un verdadero encuentro con el Señor; ahí nace el proyecto de Burgos.

¿Cuándo crecemos? Pues crecemos cuando aportamos lo que somos. No vamos a dar muchas vueltas porque no había mucho que aportar al principio, o sea, éramos muy pocos, aquello estaba lejos, no conocíamos prácticamente a nadie y era difícil, pero aportamos lo que somos, aportamos desde nuestra realidad. Yo creo que nadie de los que ha ido a Burgos era un desconocido. Eran personas que habían dejado claro quiénes eran, cuáles eran sun debilidades y cuáles sus dones; y una vez que los pones al servicio eso germina y crece. Y crecemos cuando nos fiamos, porque hay que tener confianza, al final es la base de todo, es decir “yo confío”. Yo confío en esas personas, confío en esa visión, confío sobre todo en Dios que me envía y creo que esto va a salir bien, creo que esto va a dar fruto. No sé cuál, no sé cuándo, no sé de qué manera y tampoco tengo muy claro cuánto me va a costar, ¿vale? Yo en el caso de Burgos no tenía en mente todo lo que esto iba a conllevar, pero pero te fías, confías en las personas, confías en tu comunidad, confías en el Señor y pones lo que tienes con honestidad.

Cuando quieres hacer crecer un bonsái tú no dejas al bonsái crecer a la buena de Dios porque entonces ni te sale bonsai ni nada, te sale un arbusto. Está muy bonito también, pero no es un bonsái. Si tú quieres un bonsái tú coges y lo guías y le vas amarrando poco a poco y le pones unas ramas para un lado, otras para otro y le recortas y le podas e incluso has de cortar las raíces. Para mí la comunidad en ese sentido es algo parecido a esa guía. Yo, y todos los que nos hemos metido en el proyecto de Burgos nos dejamos voluntariamente ir guiando porque queremos ser algo en concreto, porque hemos decidido ser parte de Fe y Vida. La palabra del Señor dice que eres un sarmiento pegado a la vid. Si quieres dar fruto del Señor tienes que estar pegado a Él. Si quieres ser fruto de la comunidad tienes que estar pegado a ella y, si no estás pegado a ella, puedes dar melocotones pero no uvas. Está bien que demos fruto, pero dónde quieres estar y dónde quieres crecer es lo que determina el fruto que des. Damos pasos de confianza desde que crecimos de la mano de nuestros padres y, de este modo, nosotros nos sentimos un poco así a la vez que esta visión nacía de Josué y se llevaba consejo y se hablaba…

Paralelamente también había personas en Burgos que reclamaban algo más, que habían venido a visitarnos a Cantabria… entonces dijimos “blanco y en botella, hay que ir como sea”. Ahí es cuando hay que entregarlo todo y gracias a ese grupo de gente tuvimos ahí a Chari y a unas personas con ella. Chari ya es la primera comprometida de la comunidad netamente de Burgos y, bueno, ahí empieza todo. La primera parte era la confianza. ¿Y cómo crece esa confianza? Pues dejándote guiar. Cuando lo que eres honestamente lo pones al servicio y lo das. La segunda parte que yo quería comentar es que creces en comunidad. Puede parecer muy obvio, pero es que a Burgos no fue una persona sola, fue un grupo de personas. Eva y Silvia aquí, a las duras y a las maduras (y fueron muy, muy duras al principio) y, además de nosotras tres, el ministerio de música nos estuvo acompañando, decoración tuvo un equipo que nos estuvo apoyando un fin de semana sí, otro no… así, haciendo grupo no se crece solo, no hay crecimiento desarraigado de los hermanos, hay crecimiento dentro de la realidad de una familia que te conoce, que sabe cuáles son tus dificultades, dónde te puede apoyar y cuándo te tiene que apoyar; una familia que está disponible, una familia en la que yo puedo coger el teléfono y decir “necesito” y mañana está ahí.

Esa familia es necesaria para crecer como personas, pero como cristianos más porque el cristianismo no se entiende fuera de una familia. Incluso como persona mi fortaleza personal depende de las personas que me acompañan, yo me he sentido querida y arropada en momentos difíciles por personas que a lo mejor no tenían el más mínimo interés en ir a Burgos, que lo sé y no es fácil ir con compañeros. Ir con hermanos no es ir con amigos. Yo reconozco, y las personas que han ido a Burgos lo reconocerán conmigo, que más de una vez y de dos íbamos en el coche y alguno hubiera abierto la puerta y se hubiera tirado fuera para escapar de lo que estaba pasando allí, porque estás hasta el moño a veces de lo que está pasando o de quién está pasando o de lo que te está diciendo, y de verdad que llegan esos momentos, porque ir con con la comunidad no significa que va a ir bien, no significa que me voy a llevar bien; significa que hay momentos difíciles pero que aun así yo voy a permanecer ahí a tu lado.

Puede ser que suene muy romántico pero la realidad es muy dura a veces. Y la realidad dura da lugar a un crecimiento. El roce te hace crecer, la compañía de los hermanos te hace crecer, el trabajo a veces te sale rana y te hace crecer y otras estás súper elevada en el coche rezando y te vas en vez de para Burgos para Palencia y acabas en Palencia; o acabas el León a la vuelta. Todo eso también te hacen crecer aunque solo sea para aprenderte los mapas de ida y vuelta.

Siempre con lo que tienes, siempre con lo que eres. Eso me parece fundamental. Como eres: transparencia. Consultando en la comunidad cuántas veces hemos ido a decir “mira pensamos hacer esto”, “pensamos hacer aquello, qué os parece”. Por ejemplo, recientemente nos han invitado a una oración por la unidad de los cristianos allí en Burgos. Pues hemos traído la invitación al consejo, hemos consultado con música si podemos o no pero arraigados en la comunidad. Porque ese por qué seguimos adelante es porque estamos enviados por la comunidad. Yo confío en que la comunidad está detrás. Y confío en que el Señor está detrás.

La llegada de la realidad

Y, aunque todo esto suena muy maravilloso, resulta que lo empezamos todo justo antes de la pandemia. Y no crecíamos, y no crecíamos. Además, te das cuenta cuando lo que haces se toma como un ejercicio más que como una oración. Entonces, del mismo modo que alguien va a un gimnasio y al día siguiente se va a otro, nos pasaba eso un poco con la gente que venía. Éramos un grupo más de oración.

A pesar de que poníamos todos nuestros empeños. Hacíamos una asamblea, que era lo que sabíamos hacer y, bueno, eran siempre personas que de alguna otra manera no necesitaban de nosotros o ya tenían otros grupos de referencia o no encajaba nuestro estilo con ellos… La cosa es que siempre pasaba algo. Lo pasamos mal, algunos de nosotros más que otros, pero veíamos que no daba frutos; siendo además como era un esfuerzo por parte de la comunidad enorme, porque montar una asamblea como la de los viernes en el local…

Y entonces llega la pandemia, que de alguna manera es providencial y se cierra todo y no podemos ir. Ya había ocurrido con anterioridad que no habíamos podido ir por las nevadas (vamos a rezar para que este año no nos ocurra mucho). Y esta es la tercera cosa que quiero decir respecto al crecimiento, y es que a veces hay que empequeñecerse para crecer. A veces hay que dar un paso atrás porque crecer supone también reconocer en ocasiones que lo que estás haciendo no ha ido en la línea en la que querías ir. Y eso implica revisarte y ver si los medios que estás poniendo son adecuados para tu propio crecimiento.

Cambio de planteamiento

En este caso el parón nos sirvió tanto a los que íbamos como a las personas que estaban allí. En parte porque de alguna forma esperar te invita a querer más y como núcleo le dimos muchas vueltas sobre qué era lo que realmente podíamos hacer por Burgos, qué nosotros como personas, como comunidad, con los medios limitadísimos que teníamos, podíamos hacer por la provincia de Burgos. ¿Y entonces qué hicimos? Pues dimos marcha atrás… de alguna forma. Porque empezamos a hacer grupos más pequeños y dijimos que nada de asamblea, así que nos empezamos a juntar para comer y ahí estaba Chari con su casita y nos íbamos tres o cuatro, comíamos allí y cuidábamos de la gente que teníamos.

Y ahí se produjo un cambio: Pasamos a reunirnos en casa de Chari para comer y charlar dos veces al mes con la gente que quería de alguna forma conocernos y siempre intentamos que era que fuera en número pequeño de forma que pudiéramos escuchar bien a la persona que allí acudía. Empezamos a ir menos de Cantabria y a intentar que fueran más los que fueran de Burgos y todo el equipo también pudo descansar un poco porque era también mucho trabajo el que habíamos tenido. Así que fue una especie de marcha atrás en la que fijarnos en lo importante y lo importante era procurar el crecimiento de las personas que estaban allí, su cuidado, hablarles del Señor, procurar escucharles, ver qué personas estaban realmente interesadas y que personas no, a quién debíamos dedicar más tiempo…

Chari puso todo lo que tenía y la gente que estuvo allí puso cuanto hizo falta, como siempre en transparencia, hablando con el ministerio de decoración; también para terminar hacíamos una oración con únicamente la guitarra de Silvia y su voz, y las nuestras, algo sencillísimo, pero es todo lo que necesitábamos, que era compartir y orar y ponernos en manos del Señor, ocuparnos de la gente en grupos pequeños y ayudarles a crecer a ellos también.

¿Cómo nos enriqueció eso también a nosotros? Bueno, yo hablo por mí, y cada vez que voy a Burgos es una bendición para mí, no me cabe la menor duda, yo sé que hay trabajo de por medio, yo creo que ahora está bastante más medido logísticamente hablando incluso y que está mucho más enfocada la misión, pero no me cabe duda de que para nosotros ha sido un crecimiento como personas, como comunidad, los que vamos y venimos, todos hemos crecido también y estamos descansando en el Señor porque ahora es Él el que va guiando a través de la comunidad lo que estamos haciendo.

Y, claro, tú le das esto a una persona como Chari y ella lo anuncia. Porque cuando lo que estás viviendo te ayuda a crecer, que es lo que nos pasó a nosotros y a todo aquél que haya vivido en comunidad, cuando algo que te dan te ayuda a crecer tú lo que haces es contarlo. Y dices “esto me ha ayudado a mí”. Así que Chari empezó a hacer eso, y va y le da el libro de Josué a una de las hermanas del convento que está justo enfrente de su casa. Y ahí que nos invitan a hacer un retiro ¡de silencio! ¿Qué tiene que ver la comunidad con un retiro de silencio? Pues está claro que nosotros no lo hemos buscado, así que tiene que venir de otra parte. Nos dijimos: “vamos a probarlo, vamos a ver qué pasa”. Hicimos igual que antes: lo trajimos ante el consejo y, bueno, a ver qué pasa.

Y allá que fuimos, con el visto bueno de la comunidad, otra vez las tres mosqueteras y más hermanos de la comunidad que también nos ayudaron, como Rocío. Así que hicimos ese retiro y, bueno, de silencio lo que se dice silencio pues tampoco fue mucho, pero se hizo, y allí apareció Cristina a la que seguro que conocéis. Cristina se interesa también por la comunidad y a ella le pasa lo mismo que a nosotros, que cuando ayudas a una persona a crecer porque le das algo que le cambia la vida, esa persona lo cuenta. Y Cristina unos meses pues se lo contó a Patricia y a Vicente (a los que también conocéis).

Cristina, Patricia y Vicente hoy están en las células de visión, que son grupos pequeños que se dedican a estudiar el libro de vida de la comunidad, a ver cómo funciona, de qué va… se supone que porque sus integrantes están interesados en la comunidad y porque han visto algo que les ayuda a crecer.

El grupo de Burgos a día de hoy se reúne en casa de Chari, ven las asambleas online y rezan con nosotros desde allí.

Burgos, ahora

Ahora hemos pasado a una parroquia en la que los cuartos sábados de mes hacemos adoración y allí ha empezado a venir gente nueva y te das cuenta de que alrededor de un grupo que es fiel a una visión y es constante en la oración empieza a generarse un ambiente. Somos muy pocos, pero desde lo pequeño y desde la fidelidad a la comunidad y la fidelidad en la oración y la permanencia empieza a generarse un ambiente y hay gente que viene y está muy bien allí.

No sé dónde llegará esto pero realmente me da un poco igual. Yo ya decía, desde el primer día, cuando Josué hablaba de esto de Burgos, “venga, vamos a hablar de otra cosa, que Burgos ya está hecho”. No había ido nadie todavía a Burgos, pero yo ya le decía “venga, que esto ya está” y yo no sé por qué siempre dije eso lo tengo hasta escrito en un email y decía “pero Josué, para qué se sigue hablando si esto ya está hecho” ¡pero aún no había ido nadie! Yo siempre he tenido en el corazón que esto era del Señor y que iba a llegar a alguna parte.

En mi casa hay un pequeño romerito chiquitito, una planta pequeñita. La trajimos de Los barrios, yo creo que sigue siendo del mismo tamaño que cuando lo trajimos, porque es una variedad de romerito enano que no crece casi nada, crece muy poquito a poco, con unas hojitas diminutas.

Ahora, después del cambio de casa, le han salido flores, unas flores diminutas de color lila en contraste con el verde del color Romero y está precioso. Así que, sin haber crecido nada, el Romero ya ha florecito y eso ya es un signo. Con Burgos yo siento que es así: a la gente que está allí ahora la veo crecer y, aunque a veces yo no veo mi propio crecimiento y me olvido de que soy yo la que tengo que crecer, que cuando yo trabajo lo trabajo para mí, que yo tengo que buscar crecer yo, y tengo que poner toda la carne en el asador, todo lo que tenga, aunque sea únicamente un coche destartalado.

Si hay algo que me gustaría que quedara en vuestro corazón de todo esto es que no merece hacerle nada a la piedra de la que os hablaba al principio. No merece la pena quedar separado. Si lleváis tiempo sin dar brotes, si lleváis tiempo haciendo lo mismo, si lleváis tiempo esperando a que algo ocurra para aportar lo que sois en infidelidad, en permanencia y en oración: no merece la pena. Dadlo. Dadlo porque no hay nada que te vayas a quedar que no recibas multiplicado por cien y porque hay muchas personas esperando a que les ayudemos a crecer.